La Cadena Ser ha reproducido cortes del discurso de
algunos selectos barones del PSOE de la sesión del Comité Federal del
sábado (30-01-2016), celebrada a puerta cerrada como es reglamentario para
facilitar la libre y espontánea manifestación de sus miembros. Oportuna
filtración y demostración de que, como advirtió Miquel Iceta con guasa, Pedro
Sánchez no sólo debía mirar a derecha e izquierda, sino también a la espalda.
La publicitación de lo que dijeron unos y otros en el máximo
órgano de control del Partido Socialista no presenta mayor importancia, pues en
estos tiempos de impostadas transparencias nada habría de oponerse a la
retransmisión en directo de las opiniones de los dirigentes de los partidos. Lo
que sí tiene importancia es la coincidencia de intereses entre la mano
invisible que aporta la grabación y la Ser y el Grupo Prisa y su Consejero Delegado,
el señorito J. L. Cebrián, amigo de
Felipe González, todos ellos favorables a la ‘gobernabilidad’ de España
soportada en un pacto de derechas, con el PS observando y el PP repitiendo en
el gobierno, sin Rajoy, si no hay más remedio... Así que toda presión que insista en el
acorralamiento de Pedro Sánchez bien merece los altavoces de la primera emisora
del país, hasta hacerle ceder su posición.
Como es lógico, las palabras más resonantes han sido las de
la conocida como baronesa de Andalucía, duramente críticas con el Secretario
General. En el fragmento retransmitido
cabe distinguir dos partes. La primera supone una agria y ladina recriminación
a la Dirección por no haber salido en defensa del compañero Felipe González
ante los ataques de Podemos (como si el expresidente no fuera capaz de
ridiculizar el narcisismo de P. Iglesias), y por no haber respondido como
merece este Partido, cuando su líder ha faltado al respeto a los socialistas,
los ha clasificado en buenos y malos y los ha incitado a amotinarse contra sus
dirigentes, algo intolerable para la opinión y el sentir de cualquier militante
socialista.
La otra parte del discurso de Susana Díaz no es tan fácil de
aceptar. Susana Díaz acusa a la Dirección de no haber hecho autocrítica por los
resultados electorales del 20-D. O haber
hecho una crítica complaciente, alejada de la realidad de los datos. Tomando
pie en una frase del Secretario General, la líder de Andalucía le espetó: «No,
compañero, no hemos hecho historia, hemos obtenido los peores resultados de la
historia del Partido». Ante un PP lastrado por una corrupción generalizada, no
hemos sido capaces de ganarle las elecciones, lo que demuestra que «no
estábamos en el camino correcto».
Que el PS ha obtenido los peores resultados de su historia
es un eslogan que la derecha y el líder
de Podemos repiten hasta la saciedad para hacer daño. Para Susana Díaz debiera
ser sospechoso coincidir con sus enemigos, no fuera que tal afirmación
resultase ser falsa. En efecto, el PSOE, que es un partido de larga trayectoria,
no consiguió un escaño en las Cortes hasta 1910 (el de Pablo Iglesias). En 1918
logró 6 escaños y 7 en 1923. El gran salto lo dio en 1931 con 115 diputados,
para bajar en 1923 a los 59. Con los números fríos en la mano, no puede negarse
que 90 escaños es el peor resultado desde 1977. Pero cuando se miran los datos
en perspectiva y bien contextualizados la valoración que se concluye es
diferente, nada apodíctica por supuesto. Desde los 202 escaños de 1982 hasta
los 141 de 1996, que llevaron al PS a la oposición, la tendencia negativa fue
constante, sólo rota por las legislaturas de Rodríguez Zapatero, con 164 y 169
escaños. Aplastado Zapatero por la Gran Depresión, Rubalcaba, uno de los políticos
más inteligentes y eficaces de este país, no pudo pasar en 2011 de los 110
diputados. El problema no es de liderazgo. Las circunstancias con las que ha
tenido que apechugar Pedro Sánchez han sido de una contrariedad compleja, entre
cuyos ingredientes no ha faltado, dicho sea de paso, la espada de Damocles apuntando
desde Andalucía, ERES aparte. En un escrito anterior, La baronesa y sus barones (Levante de Castellón, 16-01-2016), tuve
ocasión de referirme a esas circunstancias adversas.
La cuestión que habría de plantear abiertamente Susana Díaz
es: ¿resulta culpable de los resultados electorales Pedro Sánchez por «no haber
seguido el camino correcto»? ¿Merece ser removido de sus cargos de Secretario
General y candidato a la Presidencia del Gobierno? Que responda a estas
preguntas y si son afirmativas las respuestas que nos enseñe el verdadero
camino. Que nos muestre el método para recuperar las clases urbanas y las capas
jóvenes de la sociedad años ha alejadas. Pero yo ya le adelanto que si en su
camino no hay más soporte intelectual y
estratégico que las losas mesetarias de la unidad y la igualdad entre los
hombres y las tierras de España, conmigo que no cuente. Porque yo, como otros
numerosos militantes que conozco, nos hacemos la pregunta inversa: ¿cuáles
hubieran sido los resultados el 20-D si el líder no hubiese sido Pedro
Sánchez?
En todo caso, no habría venido mal el refreno de la
impaciencia de la líder andaluza y sus corifeos hasta terminar de cruzar el
río... Claro que, desde el primer momento de la elección por la militancia de
Pedro Sánchez, y antes de llegar al medio del río de aguas turbulentas en el
que nos debatimos, ni un solo instante se dejó de chapotear sobre él.
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