jueves, 31 de agosto de 2017

VÉRTIGO CATALÁN

Solo la desconexión de la realidad de la mayoría de ciudadanos, absorbidos y enajenados por el ímprobo esfuerzo de la supervivencia diaria si tal expresión (desconexión de la realidad) se entiende como vivir de espaldas a lo que sucede o dicen los mass media que sucede, explicaría que no se haya producido una explosión de histeria colectiva ante los mensajes que a velocidad exponencial se están acumulando en anuncio de la fundación de una República Catalana Independiente, separada de España, lógicamente.
Casi nada. Una República Catalana Independiente. Pensar en ella solo adquiere su trascendencia, si atendemos a su correlato: una España sin Cataluña y por qué no, sin las tierras aragonesas de la Franja, sin el País Valenciano y Les Illes y sin el País Vasco y sin Galicia y sin Cartagena. Cada uno es deudor de su biografía personal, intelectual, ideológica y política. Desde todas estas perspectivas, recibo el mismo sentimiento de vacío angustioso y de vértigo. El Proyecto de Ley de Transitoriedad y Fundación de la RCI describe con concreción y detalle la arquitectura institucional del nuevo Estado. Hasta los bienes y derechos reales se han inventariado para titularizarlos a nombre de la nascitura República Catalana, por si alguien creía que iba de una broma de los independentistas. Esto va en serio. Los independentistas no sueñan con una Utopía, ven su República al alcance de la mano, la tocan con los dedos, la huelen, la sienten virgen, hermosa y benéfica. No están alucinados, están enardecidos y eufóricos por la gran Ilusión de su vida. Ahora o nunca.
El Gobierno acaba de decir que tiene «preparada y prevista» la respuesta a la «aberrante» Ley de Ruptura. Yo pienso, por contra, que nadie tiene el cálculo de los hechos concretos que se producirán en torno al 1-O, antes y después. El Gobierno se aferra al dictado de la Ley, que vehiculará el Tribual Constitucional, y que en su versión extrema, la coactividad, puede implicar la inhabilitación de autoridades de la Generalitat, su detención, su encarcelamiento, la evitación física de colocación de urnas, etc. Pero no se puede asegurar si habrá o no alborotos callejeros o movilizaciones limitadas o masivas de carácter insurreccional. Todo propicia la incertidumbre.
La suposición más verosímil, en la que desgraciadamente se acomodan Rajoy y su Gobierno, consiste en esperar un 1-O con incidentes disruptivos de baja intensidad, resultados en las votaciones no homologables y, al fin, un fiasco de referéndum similar a la Consulta del 9-N de 2014. Craso error. Nada de lo que sucede lo hace en vano. La Historia es aleccionadora. Desde finales del siglo XIX, en tres momentos se produjo la proclamación de la independencia de Cataluña: 5 de marzo de 1873, 14 de abril de 1931 y 6 de octubre de 1934. En la última ocasión, a Lluís Companys no le bastó la lealtad del Jefe de los Mossos d'Esquadra, Pérez Farrás, ante la declaración del estado de guerra del Gobierno derechista de Lerroux. El Capitán General de Cataluña, Domingo Batet, en apenas 48 horas resolvió el problema, con 46 muertos y más de 3000 personas detenidas.
Es significativo que en las tres ocasiones la proclamación de un Estado catalán o de una República catalana independientes mantenía una vinculación con el resto de España en alguna forma de federación. La desconexión que se prepara para el día siguiente al 1-O es total, absoluta. La Historia ha hecho su camino y el proceso ha ido a más. Por eso decimos que, ocurra lo que ocurra el 1-O, nada será igual en el futuro. El procés no quedará desbaratado y extinguido. Durante los últimos 5 años ha avanzado tanto y ha creado realidades y expectativas tan vigorosas y verosímiles respecto a la cercanía del paraíso de una República nueva, solo para catalanes, liberada de la Monarquía borbónica de la España caduca, que es insensato esperar que todo abocará a la desilusión de los independentistas sin más. El lenguaje, las palabras han creado mucha realidad. La descripción del edificio institucional de la República catalana ha sido tan pormenorizada, abundante e ilustrativa que en la urdimbre cognitiva y emocional de los independentistas quedará formado un troquelado político-cultural desde el que germinarán y se desarrollarán batallas intermitentes de una guerra sin fin.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La respuesta a estas alturas queda para los historiadores. Ellos harán analogías y comparaciones de circunstancias y acontecimientos desencadenantes (clima cantonal, crisis de la Monarquía, declaración de inconstitucionalidad de la Ley del Cultivo, declaración de inconstitucionalidad del último Estatuto, crisis económica...). Importa responder hoy a la clásica cuestión del Qué hacer. Y no hay más alternativa que ofrecer a la sociedad catalana una profunda reforma de la Constitución Española con una asociación de la nación catalana flexible (liberada del lastre de una idea integrista de la unidad de España).
De momento, y conforme se acerca la fecha del 1-O, el vértigo catalán aumenta en unos, mientras la mayoría silenciosa contempla el espectáculo como si fuese una película de suspense.

viernes, 25 de agosto de 2017

PLURILINGÜISMO: ¿DE NUEVO LA GUERRA ESCOLAR?

No por tópica deja de ser cierta la afirmación de que los largos veinte años de ocupación plena por el PP de las Instituciones valencianas dejaron a esta Comunidad arruinada económica y moralmente, hasta niveles de desprestigio intolerables. Constituido el Govern del Botànic, no era fácil imaginar de qué modo los herederos de los viejos dirigentes del PP por entonces en la cárcel, encausados o contaminados por la corrupción los más habrían de articular cualquier estrategia de oposición, mínimamente razonable, a la acción del bipartito (PSPV-Compromís). Serían precisas muchas dosis de cinismo, desmemoria y desfachatez para poner reparos a posibles irregularidades o errores de los nuevos gobernantes.
Sin embargo, no pasó ni un mes y ya en la Conselleria de Educación los rescoldos de la eterna guerra escolar estaban avivados: la escuela pública / concertada, la religión, la lengua... (estamos en julio de 2015). Declaraciones perfectamente prescindibles e imprudentes del Conseller Marzà fueron relámpagos de una peligrosa tormenta que iluminaron el camino y señalaron el flanco débil por donde ser atacados. Poco más necesitaba la señora Bonig y los suyos para salir del aturdimiento y el pesimismo iniciales. Las fuerzas de la derecha de inmediato se aprestaron al combate.
Realmente el Conseller no había hecho nada importante, pero desconocía que el de la educación es un campo minado y que no es necesario adentrarse en él para que las minas exploten al mero impulso de las palabras y las voces.
La lengua es una cuestión sanguínea. Unamuno dijo que la lengua es la sangre del espíritu y Joan Fuster sentenció que «la nostra pàtria és la nostra llengua» y que ésta «no ens la regalarà ningù, l’haurem de guanyar dia a dia». ¿Qué ha pasado con el Decreto del Plurilingüismo? ¿De qué errores o quebrantos legales adolece como para que la Sentencia 1329/17 del TSJ lo haya puesto en la picota? El Fallo del Tribunal ha sido calificado por la prensa de varapalo al modelo plurilingüe del Consell y ha servido, sobre todo, para que el PP se haya reencontrado gozosamente con el conflicto de la lengua, que tantos réditos electorales le dio antaño y del que tantos espera hogaño.
   Si distinguimos los ecos de las voces tarea ardua, poco recomendable en este verano caluroso, que exige leerse Decreto 9/17 por el que se establece el modelo de plurilingüismo en la Comunidad Valenciana y también la Sentencia 1329/17 del TSJ concluiremos que no hay motivo para tanto escándalo. En el punto 3º del Fallo se lee: «Se anula y deja sin efecto el Decreto 9/17 únicamente en lo establecido en la Disposición Adicional 5». Por el camino de la Sentencia se han perdido las pretensiones del Sindicato recurrente, el CSI-F, referidas al a.4, 34 y Transitoria segunda, por falta de argumentación en el texto alegatorio. La alarma tampoco tiene sentido respecto a la escolarización de este curso, 2017-2018, pues, según el calendario de implantación del nuevo modelo, solo se ve afectado el alumnado de Infantil, los de 3 años en particular. Así que menos lobos.
   El problema suscitado por la Adicional 5 sí que tiene relevancia por su contenido en sí y, lógicamente, porque la Sentencia se la ha dado al anularla. Sintéticamente, el texto anulado establece que el alumnado que haya seguido los Niveles Intermedio o Avanzado (que implican más valenciano y más inglés) obtendrán certificación automática en estas lenguas, mientras que los del Nivel Básico ( más castellano y menos inglés) no recibirán certificación alguna. En Primaria, a los del Nivel Avanzado se les certificará el A1 en inglés y el A2 en valenciano; en Secundaria, a los del Nivel Intermedio, el A1 en inglés y el B1 en valenciano y a los del Avanzado, el A2 de inglés y el B2 de valenciano... El mismo criterio se sigue en la E. Postobligatoria.
   La Sentencia entiende que esta discriminación a favor del valenciano no supera el canon de constitucionalidad del a.14 y 27.8 de la CE. Razona que la vinculación de la elección del valenciano a más inglés (con la consiguiente certificación) produce un efecto inhibidor, desincentivador, de desinterés..., chilling effect, a la hora de elegir el castellano, lo cual introduce un factor de desequilibrio irrazonable. Por supuesto, la sentencia está fundada en abundante jurisprudencia española y europea, pero tratándose de conceptos jurídicos tan indeterminados (canon de constitucionalidad, test de razonabilidad, equilibrio razonable, etc.), es inevitable que la subjetividad del juzgador sea decisiva. Por demás, tengo bien sabido que lo Jurídico cuando llega a las altas instancias judiciales tiende a confundirse con lo Político. 
   El a.8.2 del Decreto 9/2017 establece que el modelo lingüístico «tiene que garantizar que todo el alumnado, al acabar las diferentes etapas, consiga las competencias orales y escritas definidas por los niveles básicos de referencia siguientes del Marco común europeo de referencia para las lenguas: a) Al acabar las enseñanzas obligatorias: valenciano y castellano: entre un B1 y un B2; primera lengua extranjera: entre un A1 y un A2. b) Al acabar las enseñanzas postobligatorias no universitarias: valenciano y castellano: entre un B2 y un C1; primera lengua extranjera: entre un A2 y un B1.» La Sentencia no se ha empleado a fondo en la incoherencia del art. 8.2 y la adicional 5, pero nosotros hemos comparado las certificaciones de la Adicional 5 y las competencias lingüísticas exigibles al alumnado, a todo el alumnado sin exclusión, y hemos comprobado que casi son idénticas, por lo que nos vemos obligados a hacer esta pregunta: ¿Al legislador le merecía la pena el riesgo corrido al introducir el beneficio formal de la certificación en inglés para promover el valenciano?
Sí, el inglés la lengua del Imperio tiene un fuerte poder motivador, pero también para los castellanoparlantes.

miércoles, 16 de agosto de 2017

EL PP TAMBIÉN ES REVOLUCIONARIO

En plena calina agosteña, en el Hoy por Hoy de la SER cadena cada día más cómoda para los dirigentes del Partido Popular, la señora Andrea Levy, Secretaria de Estudios y Programas cargo intelectual como su denominación indica ha afirmado con total naturalidad que eso de la ‘revolución’ es cuestión muy relativa, que cada persona puede hacer su propia revolución interna, que ella la hizo leyendo el Bernarda Alba de Lorca, y que el mismo PP en algunos aspectos es un Partido revolucionario, como, por ejemplo, en la última reforma laboral, que tantos puestos de trabajo y tantos bienes ha supuesto para los trabajadores.
¿De qué se trata aquí? ¿De un fundido de las meninges por los calores? ¿De la corrupción llevada al terreno de la semántica? ¿O de simple terrorismo lingüístico? Puede haber otra interpretación de la alucinada tesis de A. Levy. Consistiría en que la joven política popular se ha remontado a los orígenes de la palabra ‘revolución’, término astronómico que alcanzó una importancia creciente en las ciencias naturales gracias a la obra de Copérnico, De revolutionibus orbium coelestium, según explica Hanna Arendt en su ensayo Sobre la revolución. A la palabra ‘revolución’ en este sentido astronómico se asocian las ideas de movimiento regular e inalterable, rotación eterna del mundo celestial, fijeza y conservación del mecanismo que revoluciona, libre de toda influencia humana, recurrencia y repetición inmutable, universo semántico éste lo más alejado que imaginarse pueda del concepto moderno de revolución, inseparable de la innovación, la violencia y el cambio de un orden viejo por otro nuevo.
Así las cosas, Rajoy es un revolucionario y las declaraciones de A. Levy se nos convierten en menos extravagantes y hasta lógicas y comprensibles. En efecto, astronómicamente, el Presidente del PP es la quintaesencia del revolucionarismo: sus movimientos predecibles como el de la gravitación universal, su negación recalcitrante a alterar el libre curso de las cosas, su bloqueo a cualquier interferencia humana de radicales e insensatos, su vindicación del sentido común para la resolución de cualquier problema, la dejación permitiendo que todo lo que tenga que ocurrir suceda normalmente..., todo predica el revolucionarismo astronómico del Presidente del PP.
Inoculada la corrupción en el lenguaje, una vez que las palabras han perdido su sentido convencional, fracasada toda posibilidad de comunicación racional articulada, nada está prohibido, cualquier exabrupto está permitido. Si todos somos un poco de derechas y un poco de izquierdas, si el PP es algo revolucionario y Podemos, hijo bastardo de pequeñoburgueses; si las fronteras ideológicas se han derrumbado y todos en el fondo somos iguales; si la honradez y la bondad, la indecencia y la maldad están transversalmente repartidas en los partidos políticos por igual, si unos y otros somos iguales, si todos los políticos son iguales... ¿para qué cambiar nada? ¿Para qué prescindir de Rajoy? Giran los astros, el día sigue a la noche, los meses, las estaciones y los años se suceden inexorablemente... y en este eterno retorno la ambición humana de cambio e innovación es ocurrencia, insensatez, asalto al sentido común, anormalidad y desvarío radical.
Por otra parte, la tesis de A. Levy ofrece una vertiente práctica evidente: si M. Rajoy es revolucionario, aunque sea en cierto modo, ¿en qué posición quedan las gentes de PODEMOS e incluso del mismo PSOE? Con un lenguaje corrompido y aun a sabiendas de que los podemitas a la hora de la verdad no pasan de socialdemócratas con dosis de populismo juvenil, se les puede llamar radicales antisistema, marxista-leninistas bolivarianos, delincuentes y pederastas... Y el PSOE, en la medida que se entienda parcialmente con Podemos, tampoco se librará del vocabulario grueso de los jóvenes revolucionarios del PP.
A modo de conclusión, bien puede afirmarse que la reivindicación de cierto carácter revolucionario del PP resulta menos estúpida de lo que parece. Si Rajoy es revolucionario, ¿qué frontera lingüística no traspasarán los Martínez Maíllo, los Maroto y otros desacomplejados populares? Manuela Carmena que no hay más que mirarla a la cara para saber que se desayuna con carne cruda de niño ya ha sido tildada de émula de Stalin.
A veces uno, sesentayochista y nostálgico de ‘La Revolución, que la quisimos tanto’, piensa que Rajoy y sus representados merecerían verse en la tesitura de Luis XVI, cuando en la noche de 1789, en Paris, se enteró de la toma de la Bastilla por boca del duque de La Rochefoucauld. Se dice que el rey exclamó: «C’est une révolte». “Non, Sir, c´est une révolution”, corrigió el duque. Era una Revolución de verdad.

miércoles, 9 de agosto de 2017

APRENDIENDO DE LAS PRIMARIAS

Max Weber distinguió el ‘político’ y el ‘científico’ como dos paradigmas nítidamente diferenciados. Sin embargo, de la política se pretende hacer ciencia y hoy más que nunca en el universo universitario brillan y están de moda las Facultades de Ciencias Políticas. Sánchez-Cuenca, profesor de Ciencia Política precisamente, publicó un provocador texto (La desfachatez intelectual. Ed. La Catarata, 2016) en el que arremete y fustiga a escritores e intelectuales por la superficialidad frívola con la que pontifican sobre el tema político que se tercie de forma tajante y prepotente. De todos los aludidos (Juaristi, Savater, Félix de Azúa, Javier Cercas, A. Muñoz Molina, etc.) recogió el guante Cercas, que se batió cuerpo a cuerpo con el temerario politólogo en una interesante polémica.
Se enfrentaban dos discursos, el denotativo (el de la ciencia) y el connotativo (el de escritores y creadores literarios). Sánchez-Cuenca, corporativamente, defendía un cierto estatuto científico para los fenómenos políticos, que se producen, según su criterio, de acuerdo con regularidades o leyes que hay que observar, analizar y verificar. El entusiasta profesor aportaba a su posición «algunos hallazgos sólidos» de la ciencia política del tenor de los siguientes: «las democracias no entran en guerra entre sí (tesis de la paz democrática)», «la democracia es indestructible en países con una renta per cápita superior a la de Argentina en 1976», «las hambrunas sólo se producen en países autoritarios», «las guerras civiles no se producen en países desarrollados»... En fin, lejos está de mi intención decepcionar las ilusiones cientifistas del politólogo. Al contrario, pretendo reportarle una hipótesis nueva relacionada con el comportamiento electoral en las Primarias, a la vista del histórico del PSOE en este tipo de consultas.
En contra de la propaganda del oficialismo del viejo PSOE, las Primarias no son un invento de hoy y mucho menos del Pedro Sánchez contagiado de podemismo. Hasta 1936 todos los cargos eran designados directamente por la militancia, práctica que se suprimió durante la Guerra Civil, acudiéndose a las listas cerradas. En abril de 1998, Borrell ganó la candidatura a la Presidencia del Gobierno frente a Almunia, que había heredado la Secretaria General de Felipe González. Borrell no llegó vivo a las Elecciones Generales por razones de todos conocidas. Trinidad Jiménez, con todo el apoyo del oficialismo, sucumbió ante Tomás Gómez. José Bono en la noche del 21 al 22 de julio del 2000 perdió por 9 votos ante un desconocido Zapatero la Secretaria General. En 2012 la malograda Carme Chacón por 22 votos hubo de claudicar ante Rubalcaba. En julio de 2014 Pedro Sánchez con el calculado apoyo de Andalucía venció a Madina sobradamente. Hace unos meses Pedro Sánchez humilló a Susana Díaz y a todo el establishment del PSOE y de otros poderes envolventes, para sorpresa de propios y extraños. Susana Díaz, desde la Presidencia de la Junta, no tuvo oponente para revalidarse en la Secretaria General del PSA. Y recientemente Ximo Puig, a la sazón Presidente del gobierno valenciano que había sido derrotado penosamente en su envite a favor de Susana Díaz versus Pedro Sánchez ha vencido al joven alcalde de Burjasot, sedicente pedrista, en la disputa de la Secretaria General del PSPV.
Como se ve en este no exhaustivo histórico de las Primarias del PSOE, se dan múltiples supuestos o variables: según esté en juego el liderazgo orgánico o el institucional, haya apoyo predominante del aparato del Partido, del Institucional, de ambos confundidos o de la militancia; según los competidores estén en la base o en puestos de representación, desde la posición de outsider o desde la titularidad de la Presidencia del Gobierno Central, de los Autonómicos o de las Corporaciones Locales... La casuística es variopinta, pero en medio de la complejidad de esta fenomenología política alguna certidumbre o hallazgo sólido (Sánchez-Cuenca) puede alcanzarse. Parece evidente que la militancia en coyunturas de crisis puede dar la victoria al candidato más insospechado, saltando por encima de aparatos y apoyos extrapartidarios, pero con un límite: ningún Presidente de Gobierno, central o Autonómico o de Ayuntamiento puede ser desplazado por aspirante alguno en una concurrencia competitiva como es el caso de las Primarias. Felipe González que dice no mandaba en el Partido jamás hubiera sido derrotado por el guerrismo; a Susana Díaz, mientras sea Presidenta de la Junta, nadie le arrebatará el liderazgo del PSA; Ximo Puig, aun con una militancia enrabietada por su desvarío susanista, ha logrado permanecer en la Secretaria General del PSPV. Contemplar la imagen del President de la Generalitat, flanqueado de consellers, síndic del grupo parlamentario, alcaldes, altos cargos de la administración y demás personal ameritado (todo un ejército) en uniforme de campaña aparato institucional, en pleno despliegue de ramificaciones clientelares, hecho carne orgánica, resultaba impactante. Esa guerra no la podía ganar un humilde alcalde, que mientras estaba con las musas regeneracionistas del Partido no atendía a que los otros se afanaban en el teatro de las cosas de comer.

   Se me dirá que para este viaje no era preciso acudir a los rigores de la ciencia. También se me puede contraargumentar que ya veremos qué pasa con Javier Lambán y Garcia Page, casos similares al del Presidente valenciano. Y con no menos razón yo podría replicar que no hay dos casos iguales. Pero entonces el epistemólogo menos exigente sentenciaría afirmando que de lo particular no hay ciencia. ¿Así que no hemos aprendido nada, para desconsuelo del profesor Sánchez-Cuenca? Hemos aprendido que se puede ser de Pedro Sánchez hoy y mañana antipedrista. Sabemos que si A=B y A C, B y C no pueden ser iguales. Esto lo dice la lógica. En política, sin embargo, se da que A y B pueden ir juntos y A y C estar en contra, pero mañana B y C amistarse, si se trata del interés general...