miércoles, 5 de octubre de 2016

¿QUÉ PARTIDO SOCIALISTA ES POSIBLE HOY?

El 26 de Septiembre en mi cuenta de twitter escribí: Del bing-bang del Psoe saldrá un partido nuevo o continuará el viejo declinante, con la lideresa andaluza, que no habla inglés. (El avispado lector entenderá que lo del inglés es una inocente metáfora). Una vez producida la decapitación de Pedro Sánchez en la tarde-noche del 1 al 2 de octubre, Ximo Puig, Secretario General del PSPV, Presidente de la Generalitat Valenciana y uno de Los 17 de la Fama dimisionarios, declaró textualmente que «el PSOE necesitaba un big-bang». Mientras escribo estas líneas, Pepa Bueno, en la SER, entrevistando al Presidente de la Gestora, recuerda la terminología inglesa big-bang de Ximo Puig. No por reclamar el hallazgo lingüístico que sería como reivindicar la invención de la pólvora a estas alturas, sino por corregirme a mí mismo al hablar de big-bang solamente cuando hay que referirse al mismo tiempo al fenómeno de la implosión y, por otra parte que es más importante, para indagar cuál pueda ser el socialismo de este siglo, es por lo que escribo este artículo, propósito que evidencia su título.
¿Es un Big-Bang (una Gran Explosión) o una Implosión? ¿Es una explosión producida por toda la materia y la energía, condensadas inicialmente en el reducido espacio PSOE, y sometidas a una brusca y rápida expansión? ¿O es más bien el estallido hacia dentro de las paredes del recinto socialista al ser sometidas a una presión externa superior a la del interior? ¿Y si ocurriera que la alternativa dual Explosion-Implosión es falsa? Mi tesis es que estamos ante la combinación de estos dos fenómenos que tomamos de la física para explicar lo que ha pasado. Creo que debe atenderse al estudio de las causas internas (big-bang) y a las externas (implosión) para avizorar un futuro posible, después del desastre nuclear, si es que ha quedado vida inteligente...
El primer error a evitar es estudiar por separado los factores externos y la causalidad interna. Estas dos polaridades tienen una existencia separada en la lógica metodológica, pero no en la realidad efectiva. Son dos elementos que interactúan y que no se entienden el uno sin el otro.
Desde la perspectiva del interior de la organización resulta evidente que, a partir de la pérdida del poder en 1996 con Felipe González (y con el paréntesis excepcional de Zapatero), el socialismo ha ido perdiendo militancia, juventud, clases urbanas, presencia social y, en consecuencia, fuerza electoral. El análisis de los resultados electorales es desolador. La biología inexorable. Es cuestión de pocos años para descender a la irrelevancia. De la historia no se vive, la historia se cuenta. El fracaso produce frustración, ésta, agresividad intrapartidaria que, a su vez, remite a más fracaso. Soy malo porque soy desgraciado, decía el pequeño Frankenstein. Así han ido sucumbiendo líderes tan valiosos como Almunia, Borrell (un cerebro privilegiado), Rubalcaba y ahora Pedro Sánchez...
La perspectiva externa nos explica muchas cosas. El fin de la Historia, de Fukuyama, era algo más que un eslogan epatante. El pensamiento único es un hecho y fuera de los intereses del Imperio no hay salvación. La dominación blanda ha calado en la cultura y la urdimbre axiológica de nuestras sociedades occidentales. ¿Crisis de la socialdemocracia? Sus ideales y objetivos persisten. Fallan las estrategias y los instrumentos para convencer  a un electorado socializado en valores desertores y competitivos (piénsese en la LOMCE española, por ejemplo). El mercado se ha apoderado de la política. ¿Qué ofertas pueden hacer los partidos? Lo que demandan los electores. ¿Y qué quieren éstos? Nada que venga determinado por valores colaborativos. A los partidos de derechas les viene el trabajo hecho, pero los de izquierdas recuerdan a Sísifo empujando la roca hacia la cima de una montaña del Hades. Lo decía Borrell hace poco: sin INFORMACIÓN no hay nada que hacer. Y antes, el también matemático, el revolucionario francés Concorcet, fundador de la escuela pública, ya dejó demostrado que sin educación ‘científica’ no hay democracia (finales del siglo XVIII).
El PSOE, ya desde F. González, siguiendo una trayectoria social-liberal, y a pesar de las reprimendas moralistas de A. Guerra a los de la beautiful people (veraneo con el pañuelo a la cabeza y el botijo en la playa), se fue aproximando a las posiciones neoliberales de la derecha, hasta el punto de que en la postcrisis de 2008 Podemos pudiera proclamar con éxito de audiencia que esencialmente el PSOE y el PP eran lo mismo.
¿Qué partido socialista es posible hoy en España? Pero, ¿es posible alguno? En todo caso es necesario, aunque solo sea porque el capitalismo sin trabas es inviable según demuestra la ecuación de T. Piketty. ¿Será un Podemos evolucionado hacia la socialdemocracia viable, que tenga en cuenta inteligentemente las predeterminaciones del mundo globalizado regido por el Imperio? ¿Será un  PSOE cuyo Norte lo marquen el Sur de Andalucía y Extremadura, guiado por Asturias?

 El partido socialista posible habrá de incorporar las reivindicaciones de los indignados y desahuciados (hoy en Podemos), las aspiraciones de la juventud frustrada (también mayormente en Podemos), las demandas de las clases urbanas proletarizadas, desafectas a la política, el espíritu y los objetivos radicales de la socialdemocracia clásica, la experiencia del histórico PSOE... Ese mirlo blanco no se vislumbra en el horizonte. ¿Está muerto políticamente Pedro Sánchez o lo que ha representado? ¿Se impondrá Errejón al anguitismo narcisista de P. Iglesias? Mientras tanto, la derecha del PP seguirá mandando impunemente... y todos nosotros, socialistas, sufriendo como está sufriendo estos días Susana Díaz, la pobre.

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