SER
MÁS PRODUCTIVOS PARA VIVIR MEJOR. Este es el subtítulo del libro-programa, El dilema de España, escrito por Luis
Garicano, flamante gurú económico-ideológico del partido Ciudadanos. Sabemos lo
que significa ser más productivos: trabajar más, con más eficacia y eficiencia
que los demás en una competición sin fin... (siempre se puede trabajar más
horas robadas al descanso o al sueño y soportar salarios tan bajos que apenas sirvan
para la subsistencia biológica).
No
está tan claro lo que Garicano considera una vida mejor, pues no es costumbre
de los neocón descender (o ascender) a estas filosofías, si bien del texto del
economista vallisoletano se desprende que la vida buena para el individuo (sólo
existen individuos particulares, pontificaba la señora Thatcher) es aquella que
le permite acceder en libertad a un mundo abierto y pletórico de oportunidades.
«Cualquier joven parado puede, desde la habitación que ocupa en la casa de sus
padres, acceder al mercado global y escribir un blog, o vender cualquier otro
tipo de servicio, con tal de que sepa inglés» (Pág. 39 de El dilema de España).
El
programa regeneracionista de Ciudadanos pretende que España extirpe el
capitalismo populista y de amiguetes del tipo del “palco del Santiago Bernabéu”
y que se lleven a cabo profundas reformas en los ámbitos de la educación y de
la justicia, en las instituciones económicas (para limpiarlas de brozas
interferentes y asegurar así la transparencia y bondad esencial del mercado) y
en las instituciones políticas (acabando con la ocupación institucional de los
partidos, democratizando el funcionamiento de éstos y mejorando la calidad de
las élites). El objetivo es evitar que España derrote hacia el modelo populista
venezolano o argentino y hacer que camine hacia el modelo danés. Para Garicano
y para Ciudadanos ése es el dilema de España. Y la consigna: más mercado y
menos estado.
No
nos sorprende la indiferencia o la "naturalidad" con que los neoliberales
miran (o no miran) las crecientes desigualdades entre los más ricos y los más
pobres, cada día más numerosos. El economista francés Thomas Piketty, sin
embargo, en el mejor libro de economía del año y quizás de la década (Paul
Krugman dixit), ha analizado la relación capital/ingreso, la distribución de la
riqueza y de los salarios y, en fin, la magnitud de las desigualdades y su
evolución desde el siglo XVIII hasta 2010. Las conclusiones son demoledoras y
la perspectiva para todo el siglo XXI nada halagüeña. Piketty termina su monumental
obra con estas palabras: «Quienes tienen mucho nunca se olvidan de defender sus
intereses». Negarse a usar cifras rara vez favorece a los más pobres.
Antes
de votar hay que echar cuentas. El libro-programa del economista de cabecera de
Ciudadanos, que apareció en enero de 2014, es, pues, de obligada lectura o
relectura hoy, en medio del estruendo de una campaña electoral en que la
doctrina neocón de la derecha pura aparece volcada, vía pactos electorales, a
regenerar al corrupto Partido Popular.
Un
PP doblemente impuro. En un sentido, por la composición heterogénea de sus
fundadores y adheridos: en él conviven franquistas auténticos, neofranquistas,
católicos integristas, socialcristianos, liberales, liberales autoritarios,
excomunistas reconvertidos en cínico-liberales, populistas... En otro sentido,
la impureza le viene al PP por la corrupción que extiende sus metástasis desde
la cabeza al dedo meñique del pie.
No creemos que sea riguroso el diagnóstico que
Garicano hace de España, con ser ciertas muchas de las cosas que denuncia: la
encrucijada de España no está entre Venezuela o Argentina y Dinamarca. Más
cierto es el dilema en el que se hallará Ciudadanos tras las elecciones, si nos
hemos de fiar de las encuestas: su naturaleza de derecha socioeconómica pura le
inclinará a pactar con el PP, mientras que su pretensión depuradora debería
impedirle mezclarse con un partido
podrido hasta las entretelas. Es que el agua clara y pura mezclada con agua
sucia acaba corrompida de inmediato. Y
esto sí que es un conflicto o un dilema, señor Garicano.