viernes, 19 de septiembre de 2014

EL PARTIDO SOCIALISTA DE CASTELLÓN Y LAS PRIMARIAS



En la panoplia de ataque a los partidos políticos clásicos hay un arma afilada que se ceba en su falta de democracia interna en la toma de decisiones y en la elección de sus líderes. Los partidos son percibidos por los ciudadanos como máquinas viejas, herrumbrosas, burocráticas, desconectadas de la sociedad y al servicio de sus intereses, intereses de doble sentido convergente: la permanencia de la organización burocrática y la reproducción de los burócratas de la nomenclatura que la sirven y se sirven a su vez de ella.
En la ciencia política es conocida esta crítica a los partidos políticos (Michel, Mosca, etc.), aunque conviene advertir que tales análisis radicales terminaron en posiciones fascistas… Hoy a esta tradición crítica se añade, especialmente en España, la corrupción extendida a todos los niveles de las instituciones del Estado y el malestar profundo por la pobreza y desprotección caída sobre sectores de las clases medias y clases bajas, causadas por la crisis económica y las políticas de recortes en elementos estructurales básicos del Estado de Bienestar.
La conciencia de la desafección política de los ciudadanos ─que ahora es dramática─ viene de lejos y ha llevado al partido socialista a sucesivos intentos de renovación (Programa 2000, conferencias políticas, introducción de elecciones primarias, cambios estatutarios…), todos ellos estériles, por más que algunos actores secundarios o principales hayan cambiado.
Hace unos meses el Secretario General del PSPV fue elegido en primarias abiertas como candidato a la Presidencia de la Generalitat y recientemente el Secretario General del PSOE lo ha sido en primarias por la militancia. Ambas operaciones han tenido lugar sin problemas logísticos y con reconocido éxito ante la opinión pública.
¿Por qué no seguir en esta línea?
 El candidato a la Generalitat y Secretario Federal de las políticas de innovación y regeneración democrática, Ximo Puig, se ha batido el cobre ante los órganos centrales para conseguir que el sistema de primarias abiertas se ampliase a la elección de los candidatos a las alcaldías de las grandes ciudades. Sin éxito. Las primarias sólo se permiten para la militancia. Es la ley de hierro de reproducción de las élites, el triunfo de las oxidadas burocracias locales corroídas por luchas cainitas e intereses de corto vuelo, cuando no miserable.
Personalmente no sabría decir si quienes se oponen a las primarias abiertas están ausentes de la ciudad (una forma de idocia, en sentido etimológico) o están ciegos ante los convulsos tiempos de la política. En todo caso, es desconocer que hoy la telemática y la comunicación on-line permiten una participación en el debate y en la toma de decisiones que nada tienen que ver con las discusiones y votaciones en unas asambleas locales decimonónicas, desquiciadas e inútiles, sin más beneficio que el de la terapia de grupo o el happening masoquista.
Dejar que sea la Ejecutiva Local la que se saque de la manga un candidato sin trayectoria ni proyección social y lo promueva ante la Asamblea y ante una militancia anémica, cerrando puertas y ventanas a la voz de sectores sociales progresistas que están en más favorables posiciones para reconocer y decidir el mejor candidato a la alcaldía de Castellón, es un flagrante error que se pagará caro.

¿Por qué no permitir que ciudadanos que tienen voluntad de acompañarnos con su voto el día de las elecciones municipales lo hagan también antes en la elección del mejor candidato? Sencillamente, porque hay quien tiene la vocación de quedarse solo para apagar la luz, cerrar la puerta y quedarse con la llave.

No hay comentarios:

Publicar un comentario