viernes, 7 de abril de 2017

DELENDA EST MILITANCIA

   Que los medios de comunicación social no están con Pedro Sánchez es un hecho tan evidente como que la propiedad de los mismos reside en poderes económicos y financieros que no son de izquierdas precisamente. Digo esto de las empresas mediáticas y no de los periodistas, sometidos como la mayoría de los asalariados a condiciones laborales de explotación rayanas a veces con el cuasi esclavismo. El periódico del ínclito señorito J.L. Cebrián ─administrador bien remunerado de intereses no siempre coincidentes con el general de la sociedad española─ publicó una columna titulada «MILITANCIA», cuyo subtítulo rezaba así: «¿PODEMOS DEJAR LA DEMOCRACIA EN MANOS DE LA MILITANCIA SOCIALISTA?» 

   Este interrogante, provocadoramente malévolo, muestra su verdadero carácter mercenario, sectario e insultante desde el instante en que el lector se adentra en el argumentario del columnista, E. Gil Calvo, catedrático de Sociología por más señas. Comienza este buen señor dando por extinguida la existencia de la militancia en los partidos políticos, reduciéndola a un ‘nuevo marco mental’ (Lakoff) y a un ‘significante vacío’ (Laclau). Tengo la impresión de que el catedrático no ha leído a Lakoff y de que, en cuanto a Laclau, mejor que se lo explique I. Errejón. 

   El paso siguiente es un ataque desaforado a Pedro Sánchez, al que compara con César y Luis Bonaparte, autor del golpe de estado el 18 Brumario de 1851. Va más lejos: lanza la sospecha sobre el crowdfunding, que a saber si no contará con el apoyo de la Tuerca podemita y de Russia Today... Y lo que más le fastidia: que gentes antaño guerristas preparen papeles, cifras y argumentos a favor de la apuesta bonapartista de Sánchez. Así que, concluye el catedrático, o el PSOE se parte en dos (por culpa, naturalmente, de Sánchez) o el régimen de la Transición entra en una crisis existencial.

   Esta ruleta rusa que pende sobre nuestras cabezas trae su causa en los populistas y demagogos invocantes de la MILITANCIA, quienes, ignorantes ellos, no saben que los militantes están más obsoletos que los empleados de banca debido a la generalización de los cajeros automáticos y las redes digitales. Acabáramos. No nos hemos enterado que lo que rige hoy en el sistema de partidos es el tipo de partido ‘cartelizado’ y así se explica que la militancia se encierre en su paranoia antisistema, lugar donde estaría Sánchez y sus seguidores, los contrarios a Susana Díaz, vaya. 
   
   Un partido cartelizado es aquel que, convertido en una prolongación del Estado, ha perdido el contacto con las bases militantes que le servían de anclaje en la sociedad y que, formado por dirigentes y cuadros profesionalizados, se limita aspirar cada cuatro años a gobernar. Este tipo de partidos, sedicentes de derecha o de izquierda, se encuentran en los Parlamentos coincidiendo en su naturaleza profesional y técnica, perspectiva desde la que se enfocan los problemas. Entonces la política se tecnocratiza y se ‘despolitiza’ y los militantes sobran. La socialdemocracia no ha sido capaz de impedir este fenómeno y lo ha pagado con creces. De ahí que hoy el recurso a la militancia sea algo que trasciende al fenómeno Pedro Sánchez y que se haya convertido en una necesidad para todos los partidos socialdemócratas en trance de reconstrucción de cara a reconquistar el espacio de izquierdas abandonado en los últimos tiempos. 

   El principio de representación, enfrentado al asamblearismo populista, podemita y antisistema, es otra de las defensas firmes en que se bate nuestro columnista, en línea con el oficialismo de Susana Díaz y la derecha bienpensante. Y no es que los contrarios a la líder andaluza nos hayamos vuelto a la vejez asambleístas libertarios. Lo que ocurre es que una hipertrofia del principio representativo, que prescinde de los representados hasta hacerles gritar NO NOS REPRESENTAN, conduce, como la realidad demuestra, a gobiernos objetivamente contrarios a los intereses de las gentes más necesitadas, a su marginación y a su desafección política. El principio de representación y el principio federativo o de participación a todos los niveles son polos dialécticos en busca de un equilibrio. Deudores de la Revolución Francesa, olvidamos a menudo los valores de la Revolución Americana, fundamentada en el poder entendido como el generado allí donde los vínculos y las promesas, la reunión y el pacto se dan entre los hombres. Los Padres Fundadores lo sabían muy bien, en especial Jefferson con su insistencia en establecer Consejos de Distrito por debajo de los Consejos de Condado...

   En fin, el señor Gil Calvo con su columna ha dejado muy bajo el rango de catedrático, pero ha complacido a su señorito, insultando a Pedro Sánchez y a nuestra inteligencia. Afirmar que la militancia no existe o está obsoleta y a renglón seguido echar sobre sus espaldas la responsabilidad del futuro de la democracia en España no resulta muy congruente. Parece ser que la militancia del PSOE es un muerto que está dando muchos dolores de cabeza al establishment...

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