El lema elegido por el candidato Ximo Puig a la Secretaría General del PSPV
,’EsquerraEnMarxa’, es coherente con el del Congreso Federal que
entronizó de nuevo a Pedro Sánchez en la Dirección del PSOE, ‘Somos la
Izquierda’. Esta feliz coincidencia
hace que me sorprenda no poco y me pregunte por qué el MH President se alineó
de forma tan inequívoca, activa y protagonista con la oponente de Sánchez,
Susana Díaz, cuyo discurso es bastante refractario al campo semántico del vocablo
‘izquierda’, por no hablar de otras contradicciones e incongruencias entre la
personalidad política del líder valenciano y la lideresa andaluza y entre los
intereses de las Comunidades por ellos representadas... Y, puestos a no hablar —lo que no equivale a olvidar—, correremos un tupido velo sobre
la sargentada que decapitó a Pedro Sánchez...
Pelillos a la mar. El President ha pedido perdón por los errores cometidos
y se ha aprestado a la reconquista de la Secretaría General del PSPV sin apenas
dar tiempo a que cualquier posible rival decidiese competir con él. Imitando a
su amiga Susana Díaz, ha hecho una primera manifestación de poderío desplegando
a todas sus fuerzas institucionales, gubernamentales y orgánicas por tierra,
mar y aire, o sea, por prensa oral y escrita, televisión y redes sociales (la
imagen del candidato flanqueado por el Síndic del Grupo Parlamentario
Socialista y por la Consellera de Sanidad es sobremanera disuasoria). Yo menos
que nadie negaré que ganar la batalla a Ximo Puig en el campo mediático, y más
con el DOGV a mano, es una empresa de titanes.
Otra cosa es si nos situamos en el territorio de los argumentos y los
argumentarios. Y esto dicen los voceros del President: después de 22 años hemos
recuperado el Gobierno de la Generalitat (no dicen que con los peores
resultados de la historia), presentarle una alternativa las Primarias a nuestro
President significa desautorizarlo y debilitarlo, una irresponsabilidad al fin,
de la que, en palabras del propio afectado, «Ferraz deberá dar explicaciones»... Así que, fuera bromas
orgánicas partidarias, y... ¡todos con el President, que nos jugamos mucho!
Estas son cuestiones sencillas que las entiende todo el mundo, menos los
‘pedristas’ recalcitrantes que no se sabe adónde nos quieren llevar con
su izquierdismo; lo entiende Mónica Oltra, con buenos vínculos con Manolo Mata,
nuestro Síndic Parlamentario, y lo entiende Compromís... Todos por el interés
general.
Pieza nuclear del argumentario oficial es la tesis de que el proceso de
Madrid, Susana Díaz versus Pedro
Sánchez, era uno y el proceso de la Federación Valenciana es
otro diferente, por el ámbito y
por su naturaleza, tesis que sirve de reclamo y cobertura para que gentes que
estuvieron con Pedro Sánchez ahora puedan apoyar a Ximo Puig, que es el
President.
Desconozco si los formuladores de tal tesis y los que se acogen a ella
muestran una notable incapacidad intelectiva o un exceso de cinismo. La
realidad es que no hay dos
procesos diferentes, sino un único proceso, que es la transformación del PSOE
en un nuevo partido, refundado, que deje atrás y se desprenda de las partes
caducas incapacitadas para adaptarse a las consecuencias de la revolución
social a cuyo lomo estamos galopando hacia territorios desconocidos.
Lo que está en juego, pues, no es el nombre de Ximo Puig o el de Rafa García
y ni siquiera el de Pedro Sánchez. Lo
que se dilucida es si el proceso simbolizado por Pedro Sánchez y destinado a la
refundación de un nuevo PSOE -que es la única garantía de supervivencia
a medio plazo- tiene continuidad en el
PSPV o no.
Cortocircuitar, aquí en la Comunidad Valenciana, el gran movimiento de
refundación del PSOE que iniciaron y protagonizaron los militantes tendría
consecuencias letales. La renovada alineación de la federación andaluza y la
valenciana nos pondría directamente fuera de la historia, incluidos aquellos y
aquellas que puedan tener la tentación de volver, si fracasa Sánchez.
Ximo Puig ha pedido perdón por los errores. ¿No
habrá perdón para él? Confesión de los pecados, arrepentimiento, contrición,
atrición... son fantasmagorías de la conciencia religiosa. En política no hay
perdón. Hay responsabilidad.
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