EL Partido Popular contraataca
a los detractores de su reforma de los itinerarios: ¿Cómo es posible que
quienes son responsables del desastre
educativo de este país se opongan a quienes proponemos unas modificaciones
encaminadas a revertir el estado de cosas? ¿Cómo es posible que los autores de
la LOGSE, ley nefasta a la que se debe en gran parte el desaguisado, con su
idea imposible de educación comprensiva, su constructivismo y aprendizaje
significativo, su desprecio a la memoria y mitificación del formalismo
didáctico, su permisividad y culto al
juego como centro del aprendizaje, su marginación del esfuerzo y falta de
controles en el rendimiento, su igualitarismo a la baja, su cosecha de
abandono escolar y fracaso
escolar generalizado, se opongan a quienes venimos a corregir tanto error
cometido?
En dialéctica es
conocida la técnica del maniqueo: se pone en boca del adversario lo que no ha
dicho, o se le atribuyen tesis que no sostiene o culpas que no son suyas, y a
continuación se arremete contra él sin piedad.
Vayamos por partes.
Atribuir el relativo fracaso escolar a la política educativa socialista es una
injusticia fragrante. Es más, otorgar a una ley la virtud de por sí sola
mejorar o empeorar la calidad educativa ─por
mucho que en el título de la ley se invoque a la tan traída y llevada calidad─ es
desconocer el abecé de lo que ocurre en las aulas. De hecho, sólo una minoría de profesores lee los textos
de las grandes leyes educativas. Son los libros de texto los que en gran medida
dictan lo que se enseña y cómo se enseña. Es falso, en primer término, que el
fracaso escolar en España presente rasgos alarmantes. Evitaré las estadísticas,
tan sufridas como se sabe. Pero no me
callaré que la equidad de nuestro sistema
educativo, indicador excelente de la calidad, tiene el reconocimiento explícito
de los centros de evaluación europeos. En cuanto al abandono escolar no poco ha
tenido que ver el trabajo fácil proporcionado por la gran burbuja económica.
Por otra parte, la educación española no nace con la LOGSE , ese engendro maléfico
–al decir de la derecha política─ que ha arruinado la inteligencia de varias
cohortes de escolares y ha frustrado a miles de profesores llevándolos a la
depresión profesional…
Antes de la LOGSE fue la LGE de 1970,
última ley franquista promovida por el sector tecnócrata del Régimen, que por
falta de recursos convirtió la pretendida universalización de la enseñanza en
una fábrica de analfabetos funcionales, padres de los alumnos de la LOGSE , por cierto. Y antes, la Ley de Enseñanza Primaria de 1945, reformada a lo
largo de los años sesenta, que atribuía la responsabilidad de la educación a la
familia en primer término y a la
Iglesia en segundo lugar, y antes todas las reformas
educativas y planes de estudios a lo largo del siglo XIX… Por el subsuelo de
todas las leyes, progresivas o reaccionarias según los gobiernos de turno, ha
venido discurriendo una corriente del
analfabetismo que ha pesado como una losa en nuestro desarrollo económico y cultural:
el pueblo español durante el siglo XIX no era sólo iletrado, era abrumadoramente analfabeto, como
ha escrito Ricardo de la Cierva. En
1841 el 76% se estimaba como analfabeto; en 1900 la cifra había descendido
hasta el 56%, con grandes diferencias entre unas provincias y otras (en Álava
se daba el 21%, mientras en Jaén y Almería alcanzaba el 76%). Cuando en los
años 80, ya en plena democracia y bajo los gobiernos de Felipe González, se
alcaza casi el 95% de alfabetizados en España, los países europeos con los que
hoy se nos compara llevaban ya 30 ó 40 años instalados en estas cifras. De ahí
venimos. Hoy, según la EPA ,
el analfabetismo supone en España el 2,2%.
Que el número de
titulados en educación secundaria entre 25-35 años está en España por debajo
del promedio de OCDE, que el abandono escolar duplica la tasa de la UE , que existe un atraso
histórico que hay que superar… no lo negaremos. Pero no aceptamos que el
sistema escolar de la LOGSE
y de la LOE sea
un desastre. Porque esta tesis no tiene fundamento en los datos del presente y
en la perspectiva histórica. Una falsedad repetida muchas veces por la
propaganda puede engañar a mucha gente, pero no deja de ser una mentira.
No negaremos
tampoco que en la ESO
existe un grave problema con los alumnos que aparecen incapaces de alcanzar el
cuarto curso con su cohorte de compañeros. La LOGSE , al extender la educación común y básica
hasta los 16 años y perturbar la tranquilidad del Bachillerato Unificado y
Polivalente de la LGE ,
creó el gran reto de la organización y gobierno de los escolares de 12 a 16 años, edad de por sí
explosiva y turbulenta. Y es cierto que la Ley no fue capaz de resolver el problema,
contando como contó desde el principio con el rechazo corporativo del sector
más influyente del profesorado de secundaria, los antiguos catedráticos de
Bachillerato, y la oposición cerril del Partido Popular y sus aliados
ideológicos.
Ante este problema
no resuelto, el Partido Popular, hoy en el gobierno, fiel a su ideario
conservador, clerical y clasista, ha optado por establecer una temprana
separación de los alumnos con problemas de aprendizaje. Esta segregación tiene
la ventaja de que a primera vista puede satisfacer ciertas aspiraciones de un
profesorado desconcertado, pero en el fondo no resuelve nada, pues los alumnos,
los agrupes como los agrupes, serán los mismos, con las mismas carencias que
arrastran de la escuela primaria y con la misma realidad metodológica y
estructural de los actuales Institutos de Enseñanza Secundaria.
La izquierda política
y los sectores sedicentes progresistas siguen insistiendo, y con razón, en la
bondad de una educación común hasta los 16
años, sin perjuicio de la puesta en marcha de programas de adaptación
para algunos alumnos con problemas específicos de aprendizaje, tal como hizo la
LOE. El
aprendizaje significativo y activo por parte del alumno, las metodologías
basadas en la teoría operatoria de la inteligencia (Piaget), el equilibrio
entre el esfuerzo y la satisfacción por los descubrimientos hechos y entre la
disciplina y la permisividad controlada según la edad son cuestiones
irrenunciables, así como el incremento de recursos personales y materiales, por
más que algún catedrático de Instituto, desde su particular agravio
corporativo, siga escribiendo panfletos antipedagógicos arremetiendo contra el
formalismo didáctico, el pedagogismo, el desprecio a la memoria, a los
contenidos, al esfuerzo, a la disciplina y al orden debido, ídolos que
ciertamente no están en la LOGSE. De
lo que hay en la LOGSE ,
de lo que se ha hecho y de lo que dicen sus acérrimos enemigos de esta Ley
seguiremos escribiendo, dios mediante.
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