viernes, 27 de febrero de 2015

LOS HERMANOS GABILONDO EN LA BOCA DEL LOBO

Iñaki Gabilondo es acaso el periodista más prestigioso de este país en los últimos lustros, si nos ceñimos al medio audiovisual. Resulta abrumador el repaso a su biografía profesional: programas de radio y televisión (Hoy por hoy, en el año 2004, era el de mayor audiencia en toda la historia de la radio), premios, distinciones, honores, nominaciones...
A partir de agosto de 2004 en que pasa a hacerse cargo de Noticias Cuatro+,  sigue la suerte del Grupo Prisa al que estuvo ligado en los últimos tiempos y, a consecuencia del naufragio general, acaba recalando como un pecio valioso en las orillas de El País y la Ser donde cada mañana difunde en su videoblog, urbi et orbi, opinión sobre la actualidad, sobre lo divino y lo humano. Es la Voz de Iñaki, un referente.
Con ocasión de la crisis del socialismo de Madrid y la posibilidad de que Ángel Gabilondo –que, además de ser hermano de Iñaki, fue Ministro de Educación en el gobierno de Zapatero– encabezase la candidatura socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, el hermano mayor sentenció en una abrupta proclama mañanera: «Una persona inteligente nunca metería la cabeza en la boca de ese lobo». El lobo era un socialismo sangrante y desfallecido por rivalidades y luchas fratricidas de vieja raigambre.
Consultada la militancia de las herrumbrosas Agrupaciones Socialistas madrileñas con resultado muy favorable a Ángel Gabilondo,  aceptada por éste la encomienda y proclamado candidato, el hermano mayor volvió a llamar a la audiencia desde su minarete para decirle su verdad: «A Ángel Gabilondo no le han hecho un favor, tal como está minado el Partido socialista, las perspectivas electorales y los sinsabores que le esperan. Aceptar no es señal de inteligencia en una persona que tiene una vida organizada y equilibrada; en todo caso es muestra de valentía y generosidad por parte de aceptante de encargo tan arriesgado y temerario».
No sé qué concepto de inteligencia maneja Iñaki Gabilondo. Me temo que bajo el prejuicio de la inteligencia práctica se esconde el cálculo, el interés individual y el egoísmo. Pero debe saber el hermano mayor que la idea de inteligencia no tiene un perfil bien definido. Es más, un psicólogo, Binet, puesto en el aprieto de definirla, escogió una expresión que está más cerca de la boutade que de la lógica: inteligencia, dijo, es lo que miden los test de inteligencia. Y otro psicólogo más moderno, Howard Gadner, en 1983, descubrió las inteligencias múltiples: desde la lingüístico-verbal a la naturalista, pasando por la lógico-matemática, la espacial, la musical, la corporal y cinestésica, la intrapersonal y la interpersonal. A esta última quería yo llegar, a la inteligencia interpersonal o capacidad para situarse en el terreno de los otros, entenderlo, empatizar, cooperar y ayudar
De inteligencia interpersonal parece que están bien dotados los llamados a ser líderes religiosos, políticos, terapeutas y maestros.
Los pregones matutinos del gran Iñaki Gabilondo subido en su alminar, desde el punto de vista formal, son sentenciosos, aforísticos y apodícticos, pronunciados ex cátedra. Después de escucharlos a uno le viene a la cabeza aquello de Roma locuta, causa finita. Y desde el punto de vista material, son puro moralismo impartido por la Autoridad que está en posesión de las claves del bien y del mal.
Mas los predicadores de oficio es lo que tienen, que, cuando el sacrificio exigente aparece por casa, se acogen a la excepción de la inteligencia práctica. Se comprende que la voz de la sangre impulse al hermano mayor a proteger al hermano pequeño tratando de liberarlo de las refriegas crueles de la política, pero ¿dónde queda la moral?, ¿dónde queda el desprendimiento?, ¿dónde la generosidad?, ¿dónde la ejemplaridad?
Por no hablar de la conducta leal. Ángel Gabilondo fue hecho ministro por el Partido Socialista. Es un honor al que respondió siendo un estupendo ministro. Sinceramente creo que en la aceptación de la ardua responsabilidad por parte de Ángel Gabilondo ha pesado la lealtad, no a unas siglas, sino a unas ideas, a unas convicciones personales, sin parar en las dificultades e inconvenientes.
Ante la boca del lobo es más creíble el hermano menor. El gran Iñaki no ha sido muy coherente. Es difícil  predicar todos los días la verdad. Si algo debemos aprender en la edad avanzada es el lenguaje antidogmático y antimoralista. Y si la edad adulta no nos ha enseñado la sabiduría de la duda, ¿qué hemos aprendido?

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