En
apenas unos meses desde su nacimiento fulgurante, Podemos va apareciendo encerrado en el
círculo cerrado por un lenguaje de tópicos que expresa la poquedad y simplismo
de sus ideas sobre una realidad económica, social y cultural
extraordinariamente compleja.
Si
como representante de la indignación de las gentes desahuciadas por el
capitalismo financiero, hijo de la ideología neoliberal, Podemos es admirable
por su fuerza movilizadora, como proponente de soluciones concretas a problemas
concretos, dentro de una estrategia global y viable, deja mucho que desear, y
el hecho de que se incrementen sus seguidores y simpatizantes ─jóvenes sin
futuro, desempleados, trabajadores precarios y perjudicados por la crisis de procedencia
interclasista─ no nos distrae de una
evidencia: saben cómo actuar para llegar al gobierno, pero no saben qué hacer,
si acceden a él.
He
escrito en otra ocasión que los líderes de Podemos, al ser interpelados y
urgidos a contestar preguntas sobre problemas complicados, o se refugian en la previa consulta a la
ciudadanía empoderada, que es quien decidirá lo más conveniente, o en el
dictamen de los técnicos, que son los que saben.
Debo
confesar que, si el recurso ventajista a la ciudadanía (o a « la gente», versión más connotativa y
equívoca), huele de lejos a demagogia
(nada que ver con la democracia participativa y deliberativa), la
invocación a los técnicos me sugiere la
nostalgia de los viejos debates sobre democracia y tecnocracia. ¿Merecía la
pena tan largo viaje para concluir que todo problema tiene una única y mejor
solución, the best one way?
Viene
esta divagación a cuenta del incidente fiscal del señor Monedero, tercer hombre
de Podemos, y del dictamen ‘comprensivo’ de los ‘técnicos de hacienda’. Podemos
nos tiene acostumbrados a estos técnicos, que no son otros que los funcionarios
del antiguo Grupo B, hoy A-2, denominado Cuerpo Técnico de Hacienda. Por encima
de ellos están los Inspectores de Hacienda, del Grupo A-1. Es conocida la vieja
aspiración de los funcionarios del Cuerpo Técnico de acceder al Cuerpo de
Inspectores sin pasar por las correspondientes oposiciones y es de constatación
evidente cómo aúnan la presión sobre la Administración tributaria con el
cortejo a los partidos de la oposición con posibilidades de gobernar.
Una
pregunta ingenua para Podemos: si para aclarar el conflicto fiscal del señor
Monedero se acude a los técnicos de Hacienda, ¿por qué no se acude a los
técnicos superiores, que son los Inspectores? Parece que la técnica es menos
neutral de lo que se pretende...
Luis
Alegre, otro de los cerebritos retóricos de Podemos, empeñado
durante un debate televisivo en la imposible tarea de convencernos de
que la opción fiscal de Monedero al final
resulta ejemplarizante por ser la más beneficiosa para la Agencia
Tributaria, se aplica a continuación a avisarnos de que contarán y mucho con
las bondades técnicas de los funcionarios en general y no sólo con los técnicos
de Hacienda. No seré yo quien niegue las Fortalezas de los funcionarios
públicos, pero no conviene olvidarse de las Debilidades de la Función Pública
española. Por su edad, los líderes de
Podemos no tuvieron la ocasión de ver la sitcom de la BBC, ‘Yes, Minister’, pero seguro que en algún
seminario universitario habrán podido visionar esta magnífica serie y tomar
buena nota de las dificultades de James Hacker, Ministro de Asuntos
Administrativos, para llevar a cabo sus proyectos reformistas frente a la ley
de hierro de las burocracias encarnada por sir Humprey, secretario Permanente,
aun contando con el apoyo del Secretrio privado, Bernad Wooley, que siempre
terminaba con un «sí, ministro».
Ocurre,
pues, que Podemos no nos dice qué reforma hará en la Administración y nos remite
a lo que salga después de un proceso constituyente, una vez la gente hable.
Tampoco nos explica qué piensa hacer con la educación y, en específico, con la
enseñanza concertada, más allá de su inclinación por la enseñanza pública. Hay
muchas cuestiones sobre las que deberá pronunciarse y pasar de la palabrería a
las propuestas de carne y hueso.
Lo del
juego del ratón y el gato del tercer hombre de Podemos con los agentes
tributarios portadores de una Notificación ─no para felicitarle, precisamente─ y el caso fiscal en sí mismo no superan la
categoría de lo anecdótico, pero el proceder sistemático de Podemos merece
mayor consideración. Esconderse tras la ciudadanía o tras la expertez de la
técnica indica unas carencias preocupantes. Oscilar entre la demagogia y la
tecnocracia no augura nada bueno en el caso de que Podemos tuviera que pasar de
la sofística de Gorgias y Anaxágoras a fajarse con el morlaco enfurecido y
desafiante que ruge en medio de la plaza.
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