(Este escrito data de los primeros meses de 20007, vísperas
de las Elecciones Autonómicas de la Comunidad Valenciana. Por diversas
circunstancias quedó inédito. Y las elecciones las ganó por mayoría absoluta el
señor Camps, hoy tristemente célebre por “los trajes” y por haber arruinado por
muchos años a esta Comunidad. Condenado Carlos Fabra por varios delitos contra
la Hacienda Pública, las secuelas y los hábitos de la corrupción persisten
entre nosotros como las malas hierbas…)
“La política, señores ─sigue hablando
Mairena─ es una actividad importantísima… Yo no aconsejaré nunca el
apoliticismo, sino en último término, el desdén de la política mala que hacen
trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y
colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla
sin vosotros y naturalmente contra vosotros”
Antonio Machado
LOS ABAJO
FIRMANTES, CIUDADANOS Y CIUDADANAS DE CASTELLÓN
MIRAMOS con amor a nuestra ciudad. Con
satisfacción observamos cómo en las últimas décadas ha crecido notablemente la
población, y con ella la industria, el comercio, los servicios y, en
consecuencia, la riqueza, que, aun repartida desigualmente, ha alcanzado a
significativas capas sociales. El mercado laboral, por lo demás, ha absorbido
por completo a la población activa e incluso está siendo foco importante de
atracción para gentes e otros países.
SABEMOS, es cierto, que Castellón es
una ciudad desorganizada y caótica, hecha a impulsos de un urbanismo dominado
por intereses particulares, alicorto y sin perspectiva, y que los problemas de
movilidad urbana y en general los atinentes a la prestación de servicios son
graves. A pesar de lo cual, en una primera mirada apreciamos un aire de bienestar
que envuelve a una ciudadanía aparentemente satisfecha.
FIJAMOS a continuación la vista con más
detenimiento y descubrimos un fenómeno penoso: un malestar moral profundo
corroe a la sociedad, un malestar difuso, casi imperceptible para algunos;
agudo e insoportable para otros.
¿De dónde nos
viene este malestar moral? Nos viene de la más grave pérdida humana, la
libertad. Libertad, que es posibilidad de participar en la vida ciudadana por
medio de la política. Pero, ¿qué ocurre si la política se corrompe? Que la
libertad se nos arrebata y perdemos la condición de ciudadanos.
HACEMOS esta afirmación conscientes de
su gravedad: la vida política en nuestra ciudad ha alcanzado tal grado de
deterioro y perversión que nos resulta insoportable y nos obliga a romper el
silencio.
I. CAUSAS Y
CIRCUNSTANCIAS DE LA DEGENERACIÓN POLÍTICA
VIVIMOS con plena consciencia de que
somos gobernados por un cacicato provincial al que a menudo tildamos de
decimonónico y trasnochado con una displicencia tan ingenua como equivocada. El
caciquismo en Castellón, lejos de haber quedado obsoleto por las
transformaciones económicas, sociales y de las propias Administraciones
Públicas (instrumento todopoderoso del Estado de Bienestar, que nada tiene que
ver, por cierto, con el estado mínimo del siglo XIX) sigue rampante y en plena
vigencia.
RECORDAMOS que don Manuel Azaña,
Presidente de la Segunda República, se quejaba de cómo el caciquismo en su
época había sobrevivido desde el viejo régimen incrustándose en la democracia y
amenazaba con destruirla. Hoy, iniciado el siglo XXI, los y las cstellonenses
con toda razón debemos lamentarnos de que los modos caciquiles de hacer
política, extendidos como una densa tela de araña por toda la provincia desde
el Palacio de las Aulas, no sólo anidan y se nutren de las formas democráticas
, sino que expoliando el inmenso botín de las Administraciones Públicas y de
los sectores privados más dependientes
de ellas, ha logrado perdurar y campar por sus respetos en una sociedad tan
compleja como actual.
NOS PREGUNTAMOS cómo un solo hombre
desde la Presidencia Provincial de un partido político y de una Corporación
local ha podido adueñarse de todos los resortes de poder públicos y estar en
todas las encrucijadas del tráfico económico; como ha sido posible que nada en
la esfera política, económica, social y cultural; nada de lo que nos afecta
como ciudadanas y ciudadanos se mueva sin pasar directa i indirectamente por su
arbitrio.
SABEMOS que es por el camino de las
estrategias concienzudamente unidas por dónde hay que buscar la explicación al
caciquismo de Castellón. No tenemos duda alguna de que la prostitución del
noble ejercicio de la política en Castellón es producto de actuaciones como las
que siguen:
a) Se ha gobernado en ausencia de derecho, prescindiendo
sistemáticamente del principio
de legalidad, desposeyendo a los más débiles de toda protección legal.
b) En consecuencia, ha sido la
identificación-subordinación al líder el único conducto del ciudadano para
conseguir sus pretensiones legítimas.
c) Unas relaciones públicas basadas en la afectuosidad, la
campechanía, la familiaridad, el paternalismo y el populismo, unidos a un
reparto generoso y personalizado de premios y recompensas han proporcionado al
cacique la nutrida mesnada de vasallos fidelizados a prueba de sangre que se
extiende por toda la provincia.
d)
Simultáneamente, no ha temblado la mano en el uso del
castigo e incluso de la venganza contra díscolos y opositores. Se ha seguido al
pie de la letra la recomendación de Maquiavelo al Príncipe: si no consigues que
tus súbditos te amen, al menos haz que te teman.
e)
Percibimos miedo en la ciudadanía. Y somos dados a
pensar que lo que a veces se consigna como individualismo descomprometido no es
más que la coartada de un temor existente, que no es emoción expresa, sino
sentimiento larvado que se activa sólo ante la previsión de eventuales
represalias.
f) Elemento clave en la estrategia de dominación caciquil
ha sido el “entrismo” como método de ocupación por intermediarios fuertemente
fidelizados (regidos por la voz de mando y no por la vox legis) de puestos
relevantes en todos los “espacios
normativos institucionalizados” (legislativo, judicial, administrativo,
tributario, empresarial, asociativo…), con lo que las formas corruptoras de la
vida política han sido interiorizadas.
g)
El establecimiento de conexiones con poderes fácticos
valencianos y nacionales; la correlación de fuerzas en el Partido Popular de la
Comunidad valenciana y las hipotecas que parecen pender sobre este partido… todo
hace pensar en una organización maniatad y contaminada que nada puede hacer
contra el cacique y sus formas.
h)
Hace ya más de tres años que el Presidente de la
Diputación fue imputado por varios delitos contra la administración, más otro
posterior por posible fraude fiscal. El “caso Fabra” saltó a la agenda nacional
de la corrupción. El aforismo de que el poder corrompe y el poder absoluto
corrompe absolutamente parece que una vez más se habrá cumplido.
i)
Ha pasado el tiempo, más de tres años ─ya lo hemos
dicho─ y para pasmo de propios y extraños el caso sigue escurriéndose por los
vericuetos del sistema judicial.
j)
La sociedad de Castellón, sometida a un régimen intenso
de “desensibilización sistemática” como el utilizado para el tratamiento
psicológico de aversiones y fobias, se ha acostumbrado a convivir con
normalidad con el escándalo. El Presidente de la Diputación recorre prepotente
las calles y foros públicos, nombra asesores
que ningún fiel se quede sin pesebre) y sigue instruyendo a sus gentes
en el manejo de los censos…Y no pasa nada.
¿O
sí pasa?
Pasa
que los ciudadanos de Castellón nos sentimos mal.
Pasa
que la desesperanza nos paraliza.
Pasa
que la desafección de la política y de lo público deja todo el campo libre a
los caciques.
Pasa
que el individualismo aumenta y la ley civil es devorada por la ley de la
selva.
Pasa
que el nihilismo se expande en metástasis mortífera necrosando tejidos
sociales.
Pasa
que estamos perdiendo, con la libertad, la condición de ciudadanos y regresando
al estado de metecos.
II. UN
DECALOGO PARA LA REGENERACION DEMOCRÁTICA
Los firmantes
de este Manifiesto cívico decimos NO. NO nos resignamos. No aceptamos la
impotencia. No desistimos. Somos ciudadanas y ciudadanos y todavía estamos en posesión
de la mejor arma para limpiar la vida pública: nuestro voto.
Primero.- Queremos políticos de
reconocida vocación y dedicación a lo público. Queremos políticos que hagan
políticas reales sobre las necesidades de la sociedad y no ciencia ficción y fuegos
de artificio en que se quema el presupuesto.
Segundo.- Exigimos que nuestros
gobernantes sean honestos y lo parezcan; que de su gobernación no salgan
enriquecidos, ni ellos ni sus familias ni sus amigos. El decoro y el recato ha
de regir sus vidas. Las muestras de lujo y de boato nos molestan por ridículas
y por sospechosas. Por ello:
Harán
pública su declaración de bienes ellos y los miembros de su familia nuclear al
principio y al final de su actividad pública.
Cuando
termine su mandato cesarán en todos los puestos de responsabilidad los que hayan accedido por razón de su cargo.
Durante
dos años no podrán regresar o iniciar actividad relacionada con las competencias
ejercidas durante su mandato.
En
el caso de ser inculpados por un juez cesarán inmediatamente en su cargo para
desde la esfera privada defender su presunta inocencia.
Exigimos
a los partidos políticos que se abstengan de incluir en sus listas electorales
a personas inculpadas por la Justicia.
Tercero.- Es imprescindible que los administradores
públicos respeten escrupulosamente el principio de legalidad, fuera del cual
sólo crecen las malas hierbas de la recomendación, el amiguismo, el nepotismo,
el clientelismo y, en definitiva, el delito, esquilmadores del campo de la
democracia.
Cuarto.- Queremos hombres y mujeres
veraces. La mentira sistemática como arm de contienda partidaria ha arruinado
la política. La mentira en interés del partido, la incoherencia, la fullería,
las patrañas, las tergiversaciones, las calumnias, las injurias…, la mentira
repetida hasta hacerse “verdad” han
convertido la política en algo innoble y despreciable.
Quinto.- Nuestros representantes han de
ser transparentes. La visibilidad ha de presidir lo que planean, lo que deciden
y lo que consiguen.
Sexto.- La participación en la res
pública nos hace ciudadanas y ciudadanos. Los órganos de participación en
nuestra ciudad yacen maniatados por ligazones espurias que atan a muchos de sus
representantes. La nueva política se ha de imponer como primera tarea el deshacer
los vínculos venales urdidos por el caciquismo.
Séptimo.- Una ciudad sólo es habitable
si se rige por la justicia, la libertad, la igualdad, la honestidad y la
solidaridad. Estos son los valores morales de los políticos que queremos.
Octavo.- Deseamos una ciudad justa. Y
una ciudad justa sólo puede ser liderada por mujeres y hombres justos, que son
aquellos que están dispuestos a dar a cada uno lo que le corresponde, a tratar
desigualmente a quienes son desiguales. Sin el principio de diferenciación no
hay verdadera justicia: los jóvenes, las mujeres, la gente mayor, los
emigrantes… requieren especial atención.
Noveno.- Pretendemos para el gobierno
de nuestra ciudad hombres y mujeres con una conciencia moral madura, que no
sólo sean justos, sino también compasivos y responsables de sus acciones.
Décimo.- A los que ostentan la
representación de sus convecinos les es exigible modestia y comedimiento. No
han de subirse a engañosos pedestales de lujo ni a tarimas de vanidad. Vivan
mejor a ras de suelo para no perder una idea aproximada de su estatura.
III. CONVOCATORIA
GENERAL.
Lento y laborioso es para los pueblos
hacerse con un puesto honorable y prestigioso en el concierto de las sociedades.
Por el contrario, resulta sumamente fácil acceder a un lugar sobresaliente en
el hit parade de la corrupción y el desprestigio.
LOS Y LAS
CASTELLONENSES DEBEMOS ELEGIR
Por la
decencia, por la limpieza, por la veracidad te convocamos, ciudadano/a de
Castellón a la insoslayable tarea de regenerar la vida pública y, como primer
acto, te invitamos a apoyar con tu firma este MANIFIESTO.
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