miércoles, 28 de enero de 2015

NUEVOS LÍDERES, VIEJAS GLORIAS

¿Es imaginable que un ex-presidente del Gobierno y un ex-presidente del Congreso, los socialistas señores Zapatero y Bono, ─junto a un adlátere secretario regional─, no calcularan los perniciosos efectos sobre su partido de su reunión ‘privada’ con el secretario general de Podemos, el inevitable Pablo Iglesias, y uno de sus lugartenientes?
Me ahorraré contestar. Tanto la respuesta positiva como la negativa conducirían a descalificaciones que quiero evitar. Mejor será no personalizar y elevar el punto de mira a una reflexión general sobre el nacimiento y forja de los nuevos líderes y el papel que juegan los líderes renovados, amortizados y ya convertidos en viejas glorias.
No es fácil la construcción de los liderazgos políticos. La primera condición de un aspirante a alcanzar cimas en la jerarquía del Partido es la ambición, entendida como voluntad indeclinable de seguir la vocación de servicio público. A partir de esta querencia, el líder político debe poseer unas determinadas características intelectuales, psico-morales y físicas. Entre las primeras: notable formación cultural y de análisis simbólico, buenos conocimientos de economía, derecho e historia contemporánea y buena capacidad oratoria. Entre las segundas: honradez, fortaleza de ánimo, control emocional, tolerancia a la frustración, discreción, prudencia, austeridad y empatía. Y no hay que despreciar, en tercer lugar, la buena salud en general, la resistencia al cansancio físico y un corazón de atleta que no pase de las 30 pulsaciones en momentos en que el rival externo provoca o insulta, o el interno zascandilea o traiciona. Pero, con ser exigentes estos requisitos, resultan insuficientes. Hay más.
Las cualidades intelectuales y culturales deben estar penetradas por una inteligencia del tipo intuitivo. Frente a la inteligencia analítica, que se pierde desparramada en los detalles (espacio éste para los asesores), el político de raza, mediante una operación mental rápida, casi instantánea, procesa la más diversa información y se forma una idea sintética del problema de acuerdo a la cual decide.
La ideología no puede faltar. La supremacía del técnico ─la tecnocracia─ en última instancia es una forma de totalitarismo. No cabe el político sin ideología clara y distinta.  Nada más desalentador que la inconsistencia ideológica. Hasta ahora al que declaraba que la distinción entre derecha e izquierda era obsoleta se le consideraba automáticamente de derechas. Hoy Pablo Iglesias ha sentenciado: hablar en clave de derechas e izquierdas es de trileros. Vivir para ver.
¿Carisma? Si, aparte de las virtudes anteriores, el líder está bendecido por ese don inefable o por esa vis indefinible que subyuga y atrae a la gente, ya nada más se puede pedir.
¡Qué arduo y azaroso es hacer un líder, pues!  Para ‘ayudar’ están los líderes jubilados, las vacas sagradas del Partido... La jubilación de estos primeras espadas no diré que sea tarea deconstructiva tan espinosa como la de transformar los novilleros en maestros fiables del arte de la torería política.
Pero si nos atenemos a la experiencia, ejemplos no faltan de cómo se resisten a abandonar la escena pública quienes en otro tiempo fueron actores protagonistas. Su superior experiencia les advierte de los errores o titubeos de sus jóvenes sucesores y no se callan en público a la captura de un rayo de luz que ilumine sus vidas apagadas;  la costumbre de ocupar siempre el centro les hace sentirse incómodos en la periferia; el halago, la adulación y el servilismo se añoran ante el silencio o la indiferencia sobrevenidos de un día para otro y caen en la tentación de abandonar el ostracismo y hablan de vez en cuando buscándose a sí mismos en las ondas de las radios y en las imágenes de las televisiones. Matar al padre tiene su correlato en matar al hijo.
El Partido Socialista tiene en estos momentos dos líderes prometedores: Susana Díaz y Pedro Sánchez. La primera, acaso más hecha, pues no en balde está gobernando en una Autonomía que es casi tan grande como Grecia y la mayor parte de los países europeos, representa un liderazgo cálido, tradicional, basado en ideas claras y sencillas (la prioridad de los andaluces, la igualdad y, con especial énfasis, la unidad de España, lo que le acarrea buena prensa en los medios centralistas a machamartillo. Pedro Sánchez se está estrenando en su papel de secretario general; ha cometido algunos errores inherentes a la impaciencia juvenil ante una situación política endiablada; pero es voluntarioso, está bien formado y titubea más ante los problemas complejos, dígase problema catalán o dígase la actitud ante una fuerza política que está arrebatando el espacio ideológico-político al  PSOE, llevada en andas por vientos de opinión casi imposibles de domeñar. En fin, Pedro Sánchez ofrece la faz de un liderazgo más moderno y comprensivo de la complejidad de los tiempos que corren. Es de esperar que a la una y al otro se les dé tiempo para que cuajen y se consoliden.
Del señor Bono no me ha extrañado su comensalía con los líderes de Podemos. Se trata de una persona de amistades transversales, conciliábulos frailunos y diplomacias vaticanas. El compañero Zapatero, expresidente del gobierno, sí  me ha enojado y decepcionado. Como le reprochó una ex subordinada suya de gobierno, «a santo de qué» se reúne a compartir mesa y mantel con el enemigo político número uno del Partido Socialista. No estamos para cabildeos y conspiraciones florentinas, señor Zapatero. De la mano del señor Bono puede perderse entre toreros y folklóricas en los salones de las duquesas... Triste destino para un expresidente.

viernes, 23 de enero de 2015

DIVAGACIÓN SOBRE LA EJEMPLARIDAD PÚBLICA

En un anterior artículo, ‘Amparo Marco, la alcaldesa que  Castellón necesita’, me referí a la legalidad y a la ejemplaridad como valores de la moral pública imprescindibles para el ejercicio de responsabilidades políticas. Reconozco que la imposibilidad de atacar, por razones de espacio y sistemática, aunque sólo hubiera sido tangencialmente, el carácter sospechoso de este «universal concreto» (que así denomina el filósofo Javier Gomá al ‘ejemplo’), me dejó un regusto de frustración, que ahora voy a tratar de compensar.
La primera fuente de sospecha del valor ‘ejemplaridad’ nace en el moralismo cristiano. Los líderes y profetas del Antiguo Testamento se constituyeron en ejemplo de vida y los falsos profetas y maestros corrompidos por la sensualidad, la codicia, la inmoralidad y la impiedad eran condenados a las tinieblas exteriores. El mismo Jesús de Nazareth se propuso como paradigma de los hombres del mundo entero y el apóstol Pablo exhortaba a Timoteo a «ser ejemplo de los creyentes con palabra, con obra, amor, espíritu, fé y pureza» (Ti. 4.12). Y ahí está asimismo la otra cara del ejemplo, el escándalo, sobre el que Jesús pronunció las palabras más terribles en relación con los niños...: «Pero el que escandalizare a uno de estos pequeños...»
La mirada atrás de más de dos mil años de cristianismo, sin embargo, no nos devuelve la imagen de un mundo ejemplar, si se nos permite el juego léxico. No es éste el mundo en que «la sola fuerza persuasiva del ejemplo virtuoso, generador de costumbres cívicas, es capaz  de promover la auténtica emancipación del ciudadano» (J. Gomá).
Es más. Es difícil resistir la tentación de inscribir la palabra ‘ejemplo’ al lado  de ‘comprensión’, ‘servicio’, ‘paciencia’, ‘humildad’..., que forman la semántica de la ‘moral del esclavo’ de Nietzsche.
Por otra parte, no cabe olvidar la sospecha que Castilla del Pino (La incomunicación, 1969) arrojó sobre la idea de ejemplaridad. En el contexto de una sociedad capitalista y cruelmente competitiva, inhumana, la incomunicación adopta distintas formas apráxicas de protesta: el alcoholismo y otras drogas, la psicoterapia, la rebeldía y, finalmente, la ejemplaridad.
Si no se cuestionan y atacan las estructuras socioeconómicas en su raíz, la ejemplaridad no es más que la retracción en la subjetividad, la elusión y en última instancia el descompromiso con la realidad. Resalta entones, prosigue Castilla del Pino, el carácter egotista de su elaboración y la incapacidad de comprometerse contra el sistema en una forma de acción no individualizada. Es comprensible la tolerancia del sistema hacia los hombres ejemplares por cuanto le sirven de argumento para demostrar que sí existe la posibilidad de vivir ejemplarmente en él, sin advertirnos de que la hipotética adopción de este tipo de vida ejemplar por la generalidad de los hombres haría inviable a todo el sistema. En fin. La minoría de hombres ejemplares sólo demuestra que el sistema sólo permite la existencia de unos pocos ejemplares egocéntricos que lo refuerzan y legitiman.
En las democracias occidentales de régimen neoliberal, de competencia despiadada y corrupción extendida, la ejemplaridad pública tiene un arduo camino entre el escollo de la inanidad del moralismo cristiano y el impedimento de su apraxia o inoperatividad en una sociedad estructuralmente desigualitaria.
A pesar de todos los pesares, si proponer a las buenas gentes el ideal social de la ejemplaridad puede ser cínico, por contra,  hacerlo a los hombres que ostentan responsabilidades públicas  deviene necesario. Hay una serie de valores de potencial emancipatorio para los hombres de toda condición que no pueden faltar como contenido de la ejemplaridad de los hombres públicos: la solidaridad, que significa distribución de las riquezas, del trabajo y sus plusvalías; la honradez; la austeridad, reñida con el lujo, el boato y la ostentación; la veracidad, enemiga de la mentira sistemática en la política; el respeto a la palabra dada, que produce confianza y fiabilidad; la tolerancia, la responsabilidad, la lealtad, la prudencia, la discreción.
Mientras llegan tiempos mejores, hoy por hoy, en los que aspiran a ser nuestros representantes y a administrar nuestros bienes, hemos de vislumbrar al menos atisbos de lo bueno, lo útil, lo santo, lo noble, lo bello, lo humano, de todo cuanto suponga una elevación potencial de nuestro nivel civilizatorio.

martes, 20 de enero de 2015

AMPARO MARCO, LA ALCALDESA QUE CASTELLON NECESITA

La maquinaria de los partidos políticos está preparando sus programas para que los electores decidan en mayo qué alcalde o alcaldesa preside el Ayuntamiento de Castellón. Cuando las páginas escritas sean ilegibles por su cantidad, la monotonía de las cuñas radiofónicas y televisivas resulte insoportable, el ruido de los altavoces callejeros sea ensordecedor y el fluir subterráneo de las redes sociales se haga incandescente, para entonces, el embotamiento perceptivo de los ciudadanos se habrá producido y sus capacidades de discriminación cognitiva habrán alcanzado niveles mínimos.
 Prima facie, !qué poco se diferencian unos programas de otros! Todos ponen por delante las Personas y su bienestar, la Transparencia (gran mantra de nuestros días), la Honradez, las Políticas activas de empleo, la Educación, la Cultura, etc. Las quiebras, las contradicciones,  las incoherencias e imposturas varias empiezan cuando hay que pasar de las musas al teatro. Cuando hay que concretar estrategias, medios y recursos y no se tiene respuesta, no vale invocar ventajistamente la consulta a la ciudadanía... Hay cuestiones básicas y otras complejas para las que no procede esconder la ignorancia o la falacia tras los electores: la ley de la gravedad no se somete a votación, ni tampoco la teoría de la relatividad, ni la celebración de la Semana Santa en Sevilla.
 Por eso, cobra especial importancia fijarse en qué partido promete lo que promete, en qué persona encarna y lidera la promesa y, sobre todo, en cuáles son las necesidades básicas y acuciantes de la ciudad y sus ciudadanos.
  Castellón sale de 24 años de gobierno municipal del Partido Popular, de un alcalde arquitecto (15 años), un aparejador (6 años) y un médico anestesista (3 años).  Casi un cuarto de siglo de orgía inmobiliaria, con sus concomitantes corrupciones, para terminar en la anestesia actual. Todo este tiempo de vergüenza, bajo el dictat de un señor, actualmente en la cárcel, que es el padre político de la nomenclatura  actual del PP provincial y que tuvo el arte de adaptar las fórmulas caciquiles del siglo XIX a las fecundas fuentes de recaptación de rentas de las Administraciones e Instituciones Públicas del siglo XX.
 ¿Qué necesita la ciudad de Castellón en este momento histórico? Desde luego, el diagnóstico no se agota en los clásicos parámetros: paro, desprotección social de los excluidos, vivienda, educación, movilidad, urbanismo, etc. Para hacerse cargo del “estado de la ciudad” es obligado acudir a un hecho prepolítico, fundante, anterior a cualquier elemento constitutivo de la política y de la democracia: la  moral pública. 
 Los efectos de la corrupción son devastadores para la moral pública en todo caso. La corrupción en Castellón y su provincia por ser del tipo ‘corruptio optimi, pessima’ y, en especial, por ser de estirpe caciquil presenta unas lacras difíciles de erradicar al afectar a hábitos y actitudes enraizados en la sociedad. El cacique ─nos lo explicó bien don Manuel Azaña─  es un suplantador de la ley, constituyéndose él mismo como regulador único y excluyente de toda la actividad social y en conseguidor de favores y prebendas. Entre nosotros existe la costumbre de averiguar "a quién se conoce" antes de iniciar cualquier trámite en la Administración o en las Instituciones Públicas. Ya lo decía el propio Carlos Fabra: si se contasen las personas que he colocado en la Diputación, en el Hospital, en el Puerto, en Penyeta, en los colegios de las monjas... Pues eso, medio Castellón le debería favores.
 Así pues, lo primero que ha de contener un programa político para Castellón es un tratamiento de choque regenerador de la moral pública. El candidato o candidata a la alcaldía que no presentare  un programa inspirado en los principios de legalidad y ejemplaridad, en nada respondería a la necesidad más esencial de Castellón.
 Amparo Marco presentó su candidatura oficial en un acto que tuvo lugar el 14 de enero en el Teatro El Raval. Desde el formato del acto, alejado de las tradicionales liturgias del Partido Socialista, hasta el mismo contenido, todo sugirió el alumbramiento de una época nueva fundada en la Transparencia (de «Ayuntamiento de Cristal» habló la candidata), la Ejemplaridad («mi coche oficial serán mis zapatos», metaforizó eficazmente) y la Competencia profesional.
  Resultó muy de agradecer que Amparo Marco nos dijera quién es: su origen social (qué importante saber y no olvidar de dónde viene uno), sus estudios, sus profesores (fue emocionante para mí el recuerdo de Joan Benimelis), su formación universitaria, sus experiencias profesionales y políticas, su vinculación como docente a la UJI, su realidad familiar como mujer y madre... Un currículum rico y brillante. Como apuntó el Secretario General del PSPV, Ximo Puig, Amparo Marco pertenece a esa generación de mujeres que está llamada a conducirnos en medio de las sombras de un mundo plagado de incertidumbres.
  Ocasión tendremos de analizar y valorar otras ideas y propuestas del programa de la candidata. El mar y la universidad (industria turística y sociedad del conocimiento) son dos polos que se apuntaron de extraordinaria potencia. De momento, ya puede adelantarse que si Amparo Marco logra conformar un equipo de mujeres y hombres  que sean competentes profesionales, volcados al servicio público y obedientes disciplinados a los principios de legalidad y de ejemplaridad, ante la ciudad de Castellón se abrirá la oportunidad de inaugurar un tiempo nuevo de progreso y dignidad.

martes, 13 de enero de 2015

EL PARTIDO SOCIALISTA NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA

En el preciso momento en que el Partido Socialista podía empezar a recuperar energías electorales, el fenómeno  Podemos le ha asestado un golpe de izquierda que lo  ha dejado noqueado, si se me permite el término pugilístico. El puño de Podemos viene envuelto en el guante de un eslogan que a fuer de repetirse se ha hecho de hierro: El PP y el PSOE son la misma cosa; ambos, partidos de la casta, responsables de la ruina material y moral de España.
Es evidente que los partidos políticos de gobierno, el PP y el PSOE, tienen elementos comunes. La estabilidad a que se debe la naturaleza constitutiva de todo Pacto social impone unas bases comunes, por una parte; y, por otra, la acción política cotidiana conduce a los partidos a desviaciones de su ideario, contagios, errores y corrupciones. La deriva socioliberal, la forma de afrontar la crisis económica y las conductas corruptas de algunos individuos son buen ejemplo de cuanto decimos, aplicado al Partido Socialista. Pero de ahí no puede inferirse que si A y B tienen elementos comunes son iguales entre sí, como hace Podemos cargándose sin mover una ceja la primera noción básica de los Elementos de Euclides: que sólo dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí.
La gente por desgracia no forma su troquelado de opiniones según la lógica euclidiana o la de Wittgenstein. Lo construye a hachazos, a ráfagas de informaciones mediatizadas que organiza perceptivamente de acuerdo  a la teoría de la Gestalt y al proceder del pensamiento sincrético, dejando pocas opciones al análisis reflexivo, el escrutinio y las decisiones racionales.
Esta es la Debilidad del Partido Socialista: verse confundido e identificado con el PP y hundido en el descrédito, con la dificultad añadida de que, mientras el partido gobernante tiene a su disposición incontables instrumentos y recursos para mantener a su clientela o recuperarla en los momentos cruciales, las propuestas regeneradoras del Partido Socialista reciben la indiferencia y el desdén,  o, en el mejor de los casos, la respuesta no por razonada menos desalentadora.: cuando gobernasteis  no hicisteis eso, sino todo lo contrario.
Al final, en gran medida es un problema de comunicación, de capacidad persuasiva y de eficacia en la modificación de estados de opinión relativamente solidificados. Los estados de opinión...! Menuda trampal! A los sociómetras se les atribuye la ciencia y la técnica de averiguar, identificar, definir y medir lo que la ciudadanía opina. La sociología crítica, sin embargo, advierte de que las encuestas más que descubrir los estados de opinión, los crean. En última instancia los medios de comunicación social y los centros de creación de opinión son los que, según los criterios del ‘pensamiento interesado’, construyen los argumentarios interpretativos de la realidad.
En las actuales circunstancias de los medios de comunicación social de España ¿es extravagante preguntarse por si el Partido Socialista tiene quién le escriba, por utilizar una expresión que ha hecho fortuna literaria? Veamos.
Sin entrar en el entramado de los centros de creación de opinión, vinculados normalmente a los centros financieros y de poder institucional, una somera observación de los medios de comunicación convencionales (prensa escrita y digital, televisiones y radios) nos ofrece un panorama nada halagüeño para el Partido Socialista. Las causas que explican la situación son complejas. La primera, sin duda, es la crisis económica que ha forzado  la desaparición, reconversión, fusión y refundación de periódicos, revistas, radios  y televisiones, sin olvidar la aparición de la prensa digital y las redes sociales. Piénsese, por ejemplo, en cómo la crisis financiera ha conducido al Grupo Prisa ─durante casi treinta años en relación de mutuo apoyo con el PSOE─ atado de pies y manos al dominio del gobierno. ¿Dónde está ahora El País, El País que lo quisimos tanto...?  Muy cerca de El Mundo, La Razón y el ABC. ¿Y las televisiones?  La televisión pública, legitimada por el gobierno de Zapatero, yace prostituida por Rajoy.  Y las privadas, en una jugada que no es de carambola, ahí están en manos de Lara (la Tres y la Sexta) y de empresarios berlusconianos (la Cuatro y Telecinco), sin más objetivo que el de ganar dinero estupidizando a la gente. ¿Las radios? La Ser, a la deriva de todo el Grupo PRISA; la COPE, al servicio de la Jerarquía Eclesiástica; Onda Cero, la derecha más cabal del señor Lara. Y la Radio Nacional, voceando las bondades del gobierno.
Se puede argüir que se dan notables dosis de crítica a las políticas gubernamentales y de aireación de los casos de corrupción que afectan al PP.  Pero en el progresismo y radicalismo crítico de algunos programas de las televisiones, la Cuatro y la Sexta, por ejemplo, a poco que se reflexione se detecta su impostura y se comprende todo al comprobar que la monopolizadora contraposición del PP y Podemos deja en la sombra al PSOE, para beneficio del partido gobernante.
Por otra parte, en el mundo de los periódicos digitales los hay directa o indirectamente financiados por el PP (recuérdese la compra de acciones de Libertad Digital, del inefable Jiménez Losantos) y también los creados, como fórmula de autoempleo e independencia, por periodista jóvenes y periodistas masacrados y expulsados de los grandes diarios. Tanto los jóvenes por tales como los veteranos por resabio no tienen predisposición alguna a atender las novedosas propuestas que el PSOE pueda hacer. Unos y otros están por la novedad de Podemos. Al fin y a la postre, la inclinación a la novedad forma parte de la naturaleza de la profesión.
Lo dicho: el Partido Socialista no tiene quien le escriba. Está empeñado en la búsqueda de fórmulas de regeneración, de propuestas programáticas igualitarias y creíbles y se han cambiado los líderes... y, sin embargo, su voz se pierde dentro de una densa nube de indiferencia. Es la tarea de Sísifo en que el PSOE se agota infructuosamente por el momento. ¿Va a ser imprescindible que Podemos gobierne y que consulte a la ciudadanía si se sigue celebrando la Semana Santa en Sevilla para que los socialdemócratas de verdad vuelvan la vista al partido político que sentó las bases del Estado de Bienestar en España?

martes, 6 de enero de 2015

FORTALEZAS Y DEBILIDADES DE PODEMOS

Fortalezas, Debilidades, Oportunidades y Amenazas son términos que utiliza la técnica DAFO para analizar la situación de empresas y proyectos y ayudar en el diseño de estrategias eficientes en la determinación y consecución de objetivos razonables y deseables. Podemos no es una empresa económica, pero sí un proyecto político de unos jóvenes emprendedores que tiene el objetivo general de liberar a España de la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la corrupción, y devolver a la gente la soberanía usurpada por el complejo oligárquico de financieros, políticos de la casta y élites de las instituciones del Estado.
La primera Fortaleza de Podemos consiste en haberse constituido en una «red de refugio y acogida» donde van a parar peces de diversos caladeros. En ella coinciden los desahuciados de la vivienda, el empleo y la mínima protección social, los desafectos de la vieja política, los que no se sienten representados, los frustrados, los indignados... Los que no esperan nada de los partidos políticos vigentes  y que, sin embargo, no han caído totalmente en un absoluto nihilismo ven en el nuevo partido una tabla de salvación, una salida a su desesperada situación. En la tesitura actual Podemos se ofrece como una marca central que, sin tener establecimientos en las periferias, sin producto definido, sin agentes comerciales y tenderos, presume de una cola de espera de ciudadanos-clientes con intención de comprar lo que sea que se les venda... (Véase la intención de voto en el País Vasco). Esta es la gran Fortaleza de Podemos.
La segunda gran Fortaleza se refiere a esa especie de adanismo o virginidad con que se presentan sus jóvenes líderes universitarios. Estos hacen tabula rasa  de todo lo anterior, de la Constitución de 1978 y de la Transición, operación fraudulenta entre los poderes fácticos de la Dictadura y las advenedizas y venales clases sedicentes progresistas, que desembocó en el actual fiasco compuesto de exclusión social, depauperación de las clases medias y bajas, corrupción generalizada y soberanía popular usurpada. Por tanto, hay que partir de cero, abrir un nuevo proceso constituyente y empoderar al pueblo. Tarea tan hercúlea sólo puede estar reservada a jóvenes vírgenes, sin lastre, austeros  (se han fijado salarios humildes y visten de igual guisa), incontaminados... La ejemplaridad es su segunda Fortaleza ante unos ciudadanos encolerizados por el comportamiento de rapiña de tantos responsables públicos.
A estas Fortalezas se añade una extraordinaria Oportunidad en el ámbito catalán: no pequeña parte de los recientemente incorporados al independentismo proceden del mismo complejo motivacional del que se nutre Podemos: del desahucio existencial, de la frustración, de la ausencia de perspectiva vital, de la irritación. El banderín de enganche de Podemos, más social y terrenal que lo representado por el independentismo,  puede arrastrar a parte de independentistas de nuevo cuño, lo cual, por sí sólo, ya es de agradecer al fenómeno Podemos. Esta Oportunidad, unida a la de funcionar como aldabonazo o corrosivo para que los partidos de la casta se vean obligados a desalojar los espacios públicos e institucionales abusivamente ocupados y a limpiar la vida social de corrupción, contribuye a dibujar el perfil más positivo de Podemos.
Entre sus Debilidades, no es la menor la que denominamos la «incertidumbre del cebo». A su red están dispuestos a acudir peces de heterogéneos caladeros (en especial del PSOE), pero a medida que los tiempos electorales acucien y sea exigible concretar el ‘producto’ y su denominación de origen, las contradicciones e incoherencias aparecerán, aunque no pueda pronosticarse si con suficiente fuerza como para corregir la trayectoria de las bandadas de peces.
Hay otra Debilidad que parece evidente: los líderes de Podemos repudian las formas de proceder de los viejos partidos, pero ellos, que vienen del marxismo, el leninismo, el gramscismo y el revolucionarismo latinoamericano, no hacen ascos en la práctica a las estrategias de la acción política clásica: hostigamiento y denigración del rival electoral, (identificación reduccionista del PSOE con el PP), ocultación cautelosa de los objetivos reales, más allá del acceso al Poder, desconfianza efectiva de la ciudadanía, a la que, por otra parte, constantemente invocan (no se presentan a las elecciones locales por miedo a ser penetrados por ciudadanos indignos), etc., etc.
En marzo del recién acabado 2014 se cumplió el primer centenario de la celebérrima conferencia que Ortega y Gasset pronunció en el Teatro de la Comedia de Madrid. Allí declaró el fin de la Restauración y de la vieja política, en el marco jurídico-político de la Constitución de 1876, y diagnosticó la existencia de dos Españas: la esclerótica, caduca y esquilmada por los fantasmales partidos políticos al servicio de la oligarquía, y la España naciente, germinal y pletórica de potencialidades en cuanto lograse desembarazarse de la primera. Este era el proyecto orteguiano para el siglo XX que acababa de comenzar. Sabemos lo que dio de sí el siglo. No sabemos en qué terminará el movimiento Podemos y lo que nos reserva el siglo XXI.  El discurso de Pablo Iglesias sobre la Constitución de 1978 y la Transición en muchos aspectos nos evoca el del joven catedrático de metafísica de hace cien años. Nihil novum sub sole. El adanismo es imposible y el puritanismo moral y la morigeración en el consumismo tienen dificultoso recorrido en una sociedad de capitalismo rampante. El amigo Pablo Iglesias, que no es tonto y sabe en qué mundo vive, sabe que al ‘máximo revolucionario’ al que puede aspirar es a la socialdemocracia, que, con todos los errores, desviaciones neoliberales y corrupciones individuales, aquí en España ha sido encarnada por el Partido Socialista.
¿Qué deparará el año 2015 a la política española, conocidas las Fortalezas y Debilidades, las Oportunidades y las Amenazas del nuevo partido político? Porque, aunque no he concretado en este escrito las Amenazas externas, también existen, se han incoado ya y se acrecerán en el futuro.
       El PP tiene una base electoral sólida, que en las próximas Elecciones Generales no bajará del 30%. La batalla más cruenta se dilucidará entre el Partido Socialista y Podemos. Personalmente no veo a Pablo Iglesias Presidente del Gobierno. No gobernará en el 2016. Todo lo demás es, a las alturas de enero del 2015, una incógnita.