martes, 6 de enero de 2015

FORTALEZAS Y DEBILIDADES DE PODEMOS

Fortalezas, Debilidades, Oportunidades y Amenazas son términos que utiliza la técnica DAFO para analizar la situación de empresas y proyectos y ayudar en el diseño de estrategias eficientes en la determinación y consecución de objetivos razonables y deseables. Podemos no es una empresa económica, pero sí un proyecto político de unos jóvenes emprendedores que tiene el objetivo general de liberar a España de la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la corrupción, y devolver a la gente la soberanía usurpada por el complejo oligárquico de financieros, políticos de la casta y élites de las instituciones del Estado.
La primera Fortaleza de Podemos consiste en haberse constituido en una «red de refugio y acogida» donde van a parar peces de diversos caladeros. En ella coinciden los desahuciados de la vivienda, el empleo y la mínima protección social, los desafectos de la vieja política, los que no se sienten representados, los frustrados, los indignados... Los que no esperan nada de los partidos políticos vigentes  y que, sin embargo, no han caído totalmente en un absoluto nihilismo ven en el nuevo partido una tabla de salvación, una salida a su desesperada situación. En la tesitura actual Podemos se ofrece como una marca central que, sin tener establecimientos en las periferias, sin producto definido, sin agentes comerciales y tenderos, presume de una cola de espera de ciudadanos-clientes con intención de comprar lo que sea que se les venda... (Véase la intención de voto en el País Vasco). Esta es la gran Fortaleza de Podemos.
La segunda gran Fortaleza se refiere a esa especie de adanismo o virginidad con que se presentan sus jóvenes líderes universitarios. Estos hacen tabula rasa  de todo lo anterior, de la Constitución de 1978 y de la Transición, operación fraudulenta entre los poderes fácticos de la Dictadura y las advenedizas y venales clases sedicentes progresistas, que desembocó en el actual fiasco compuesto de exclusión social, depauperación de las clases medias y bajas, corrupción generalizada y soberanía popular usurpada. Por tanto, hay que partir de cero, abrir un nuevo proceso constituyente y empoderar al pueblo. Tarea tan hercúlea sólo puede estar reservada a jóvenes vírgenes, sin lastre, austeros  (se han fijado salarios humildes y visten de igual guisa), incontaminados... La ejemplaridad es su segunda Fortaleza ante unos ciudadanos encolerizados por el comportamiento de rapiña de tantos responsables públicos.
A estas Fortalezas se añade una extraordinaria Oportunidad en el ámbito catalán: no pequeña parte de los recientemente incorporados al independentismo proceden del mismo complejo motivacional del que se nutre Podemos: del desahucio existencial, de la frustración, de la ausencia de perspectiva vital, de la irritación. El banderín de enganche de Podemos, más social y terrenal que lo representado por el independentismo,  puede arrastrar a parte de independentistas de nuevo cuño, lo cual, por sí sólo, ya es de agradecer al fenómeno Podemos. Esta Oportunidad, unida a la de funcionar como aldabonazo o corrosivo para que los partidos de la casta se vean obligados a desalojar los espacios públicos e institucionales abusivamente ocupados y a limpiar la vida social de corrupción, contribuye a dibujar el perfil más positivo de Podemos.
Entre sus Debilidades, no es la menor la que denominamos la «incertidumbre del cebo». A su red están dispuestos a acudir peces de heterogéneos caladeros (en especial del PSOE), pero a medida que los tiempos electorales acucien y sea exigible concretar el ‘producto’ y su denominación de origen, las contradicciones e incoherencias aparecerán, aunque no pueda pronosticarse si con suficiente fuerza como para corregir la trayectoria de las bandadas de peces.
Hay otra Debilidad que parece evidente: los líderes de Podemos repudian las formas de proceder de los viejos partidos, pero ellos, que vienen del marxismo, el leninismo, el gramscismo y el revolucionarismo latinoamericano, no hacen ascos en la práctica a las estrategias de la acción política clásica: hostigamiento y denigración del rival electoral, (identificación reduccionista del PSOE con el PP), ocultación cautelosa de los objetivos reales, más allá del acceso al Poder, desconfianza efectiva de la ciudadanía, a la que, por otra parte, constantemente invocan (no se presentan a las elecciones locales por miedo a ser penetrados por ciudadanos indignos), etc., etc.
En marzo del recién acabado 2014 se cumplió el primer centenario de la celebérrima conferencia que Ortega y Gasset pronunció en el Teatro de la Comedia de Madrid. Allí declaró el fin de la Restauración y de la vieja política, en el marco jurídico-político de la Constitución de 1876, y diagnosticó la existencia de dos Españas: la esclerótica, caduca y esquilmada por los fantasmales partidos políticos al servicio de la oligarquía, y la España naciente, germinal y pletórica de potencialidades en cuanto lograse desembarazarse de la primera. Este era el proyecto orteguiano para el siglo XX que acababa de comenzar. Sabemos lo que dio de sí el siglo. No sabemos en qué terminará el movimiento Podemos y lo que nos reserva el siglo XXI.  El discurso de Pablo Iglesias sobre la Constitución de 1978 y la Transición en muchos aspectos nos evoca el del joven catedrático de metafísica de hace cien años. Nihil novum sub sole. El adanismo es imposible y el puritanismo moral y la morigeración en el consumismo tienen dificultoso recorrido en una sociedad de capitalismo rampante. El amigo Pablo Iglesias, que no es tonto y sabe en qué mundo vive, sabe que al ‘máximo revolucionario’ al que puede aspirar es a la socialdemocracia, que, con todos los errores, desviaciones neoliberales y corrupciones individuales, aquí en España ha sido encarnada por el Partido Socialista.
¿Qué deparará el año 2015 a la política española, conocidas las Fortalezas y Debilidades, las Oportunidades y las Amenazas del nuevo partido político? Porque, aunque no he concretado en este escrito las Amenazas externas, también existen, se han incoado ya y se acrecerán en el futuro.
       El PP tiene una base electoral sólida, que en las próximas Elecciones Generales no bajará del 30%. La batalla más cruenta se dilucidará entre el Partido Socialista y Podemos. Personalmente no veo a Pablo Iglesias Presidente del Gobierno. No gobernará en el 2016. Todo lo demás es, a las alturas de enero del 2015, una incógnita.

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