martes, 2 de junio de 2015

LA PROBLEMÁTICA UNIÓN DE LA IZQUIERDA ESPAÑOLA

La división de la izquierda española viene de lejos. El Partido Socialista nace en 1879 y en noviembre de 1920 sufre la primera escisión de un grupo de militantes, disconformes con la orientación socialdemócrata, que prefiere adherirse a la III Internacional convocada por Lenin.  Así nace el PCE. A partir de entonces la historia de las relaciones de los dos partidos hermanos está plagada de desencuentros, aproximaciones, ofensas y rencores viejos...
El Partido Socialista adoptó una posición ambigua durante la Dictadura de Primo de Ribera (Largo Caballero llegó a tomar posesión como Consejero de Estado, contra la idea de Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos), pero en 1929 tanto PSOE como PCE coinciden en el pacto a favor de la República. En las Cortes republicanas de 1931 el Partido Socialista es el mayoritario de la izquierda con 131 diputados, pero el Partido Comunista, que en 1934 apenas disponía de 20.000 militantes, a finales de 1937 contaba con 300.000. La Guerra Nacional Revolucionaria, como llamaban los comunistas a la que la historia ha nombrado como Guerra Civil de 1936-39, no fue la mejor ocasión para estrechar lazos de amistad entre los perdedores. En el subsuelo de la catástrofe de la derrota quedaron cicatrices y estigmas en forma de mutuos reproches, injurias y odios envenenados   que la diáspora del exilio alejó en el espacio, pero no en la memoria.
Durante el franquismo el peso de la oposición interna cargó sobre las espaldas del PCE. De 1961 a 1964 más de 1500 comunistas fueron detenidos. Mientras, el socialismo interior languidecía bajo una dirección esclerótica ubicada en el exterior, hasta que en 1974 en Suresnes Felipe González sustituye a Llopis, el viejo secretario general del socialismo. El Partido Comunista, a partir de la doctrina de la Reconciliación Nacional proclamada por Santiago Carrillo en 1956, en el VII Congreso, decidió la estrategia de llegar al socialismo por la vía democrática y pacífica, lo que suponía el abandono del leninismo por el eurocomunismo. El último precio en sangre que el Partido Comunista tuvo que pagar antes de su legalización, el 24-I-1877, fue la matanza de Atocha en que murieron cinco abogados laboralistas y cuatro quedaron malheridos a manos de una banda de falangistas.
Las primeras elecciones de la democracia de 1977 y las posteriores han supuesto un continuado proceso de decepción para el PCE. Los comunistas no entendían ─no les parecía justo─ que la cosecha de los votos de la izquierda fuese a parar a los socialistas y no a ellos, que habían contraído muchos más méritos. La frustración es mala compañera de viaje, sobre todo después del triunfo apoteósico del PSOE en las elecciones de 1982. Sucesivamente van cayendo Carrillo, Gerardo Iglesias, Julio Anguita, Francisco Frutos, Llamazares..., sin que la fórmula IU ─conglomerado o movimiento de fuerzas de izquierda vertebradas alrededor de PCE─ pueda evitar el fracaso ante su competidor socialista. En 1988 Anguita sustituye como coordinador general a Gerardo Iglesias. La fobia del Califa de Córdoba hacia los socialistas excede con mucho el campo de la ideología y la política y hay que interpretarla en clave personal, sus mal disimulados celos de Felipe González, un animal político invencible. Así se entiende que la estrategia del PCE en el XIV Congreso cristalizara en evitar cualquier pacto con el PSOE.
Anguita continúa con su escalada anti-PSOE. Para echar  a Felipe González se une en insana comensalía a Pedro J. Ramírez y a J.M. Aznar. Éste le pide los votos de IU.  Anguita le responde por carta: «Tiene usted más elementos de cercanía con CiU y el PNV que con nosotros. Asegúrese dicho apoyo e IU no pondrá obstáculos» (ABC del 1-01-2015). Es la célebre ‘pinza’ del PP  e IU contra el PSOE.
En 1998 durante el XV Congreso del PCE Anguita en su discurso de despedida  equipara en lo político al PSOE y al PP. ¿Reconoce el lector esta idea?  A partir de entonces, desde su retiro, el Califa  de cuando en cuando se suelta con un documento de refundación (ya van varias refundaciones). En el documento sobre la necesidad de la refundación de IU desde cero de 22 de abril de 2008 habla de una republica federalista, una democracia radical y una IU anticapitalista, republicana y concebida como movimiento político-social que rompa con la Constitución de 1978. Y dice más Anguita: «La izquierda no es hablar con el PSOE. Los nuestros son otros».
Si nos centramos en Anguita no es porque para nosotros sea guía, gurú o referente de nada. Pero sí lo es para dos personalidades que, vistos los resultados electorales, están llamadas a ocupar un puesto importante en la izquierda del tablero político (en especial el líder de Podemos, ya veremos cuál es el destino del Coordinador de IU después de haber sacrificado su organización ante el altar de sus amigos).  Pablo Iglesias y Alberto Garzón, ambos admiradores de Anguita y repetidores de algunos de sus eslóganes más conspicuos  (‘al Partido Socialista, ni agua’; ‘PSOE y PP son lo mismo’; ‘hay que abrir un proceso constituyente desde cero’, etc.) están llamados a jugar un papel decisivo en la configuración de los pactos de las fuerzas de izquierda tras las elecciones del 24-M.
Personalmente, no soy muy optimista. Los antecedentes de las relaciones PSOE-IU  tienen demasiadas sombras, aunque cuando ha habido entendimiento en ayuntamientos y autonomías los resultados han sido buenos para los ciudadanos. Y en cuanto a Podemos... estamos ante un territorio extraño, muy extraño. Cabe esperar que la razonabilidad de Pablo Iglesias se imponga al narcisismo que a veces trasluce, pues ya el narcisismo de Anguita hizo suficiente daño a la izquierda española. 

No es sólo que la unión de la izquierda sea imposible, es que incluso la simple colaboración racional se me antoja hoy por hoy una utopía difícilmente alcanzable, oyendo, por ejemplo, el discurso incongruente del líder de Podemos en Aragón ─un físico al que se le habría de suponer un razonamiento lógico─, que quiere ser Presidente con cuatro escaños menos que los socialistas... Al tiempo: primero está el escollo tortuoso de  los pactos y después, si se supera, vendrá el tío Paco con la rebaja de la  gobernanza y administración de las cosas de comer con los recursos limitados disponibles. No es que no se pueda hacer otra política diferente a la del PP. Se puede, pero hace falta mucho entendimiento entre los nuevos protagonistas, que deberán pasar de las musas al teatro en menos de horas veinticuatro. Es la hora en que el ‘podemos’ no puede excusarse en el ‘ya veremos’...

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