Las
afirmaciones del ex Secretario General del PSOE
(rueda de prensa al dejar el Acta de Diputado y entrevista de Jordi Évole)
tienen la naturaleza de verdaderas
por acomodarse a los hechos. Son las
palabras que reproducen fielmente la realidad de lo acontecido las que alcanzan
la más alta nobleza, la nobleza de la verdad. La verdad os hará libres, se dice
en la doctrina cristiana. O, de contrario, os matará, enseña la experiencia de
la vida.
La mentira
política tiene brillantes defensores en la tradición: desde Platón hasta
Kissinger pasando por Maquiavelo, Richelieu, J.Swift y J. Arbuthnot, entre
tantos otros, se ha venido defendiendo o justificando la funcionalidad de la
mentira en política, o el disimulo, la doblez, el fingimiento, la falacia, la
insinuación capciosa o cualquier otra forma de engañar o enmascarar la verdad
ante el adversario. Diríase que el pueblo no está preparado para entender la
complejidad del interés general y que la verdad desnuda es tan intolerable que
hace imposible la gobernación.
La
política es una forma de guerra y, en tiempos críticos, de guerra cruenta.
Aprender el arte de la supervivencia es la primera tarea del héroe. El Anábasis, de Jenofonte, es toda una
épica de la resistencia en territorio enemigo para, después de una derrota,
retirarse a la patria y emprender la refundación de nuevos objetivos. La
ambición de Ciro el Joven montando una expedición contra el Rey Artajerjes para
arrebatarle la corona; la ocultación a sus conmilitones griegos y bárbaros −todos
mercenarios desempleados después de la Guerra del Peloponeso− de las verdaderas intenciones de Ciro; la
crueldad de las cabezas cortadas a los vencidos, incluida la de Ciro; la
disciplina guerrera de Clearco subordinada al objetivo de salir vivos en la huida;
el espíritu justo de Próxemo; el alma traicionera y ambiciosa del otro
estratego, Menón de Tesalia; la persecución implacable del ladino Tisafernes en
nombre del Rey persa; los recelos y desconfianzas entre griegos, espartanos y
bárbaros, a pesar de que les unía el propósito común de la salvación; los
pactos, las treguas, las alianzas, las emboscadas, las traiciones, las
venganzas, los chantajes, las arengas a los soldados, las adulaciones, las
calumnias, las conspiraciones... La Retirada
de los Diez mil, narrada por Jenofonte, es la más brillante exposición
de lo mejor y lo peor de la naturaleza humana y de la función equívoca de la
palabra al servicio de la supervivencia. Jenofonte, que fue uno de los estrategos
más sobresalientes de la expedición, al fin y al cabo pudo contarlo. Él, que
para seguir su impulso aventurero, había dado una respuesta falaz sobre los
presagios de los dioses a su maestro, el gran Sócrates...
De la
boca de Pedro Sánchez, una vez traicionado y vencido, no salieron palabras políticas. Descubrió la presión
insoportable del mundo económico y mediático; citó específicamente el papel
chantajista del diario El País,
avanzadilla de todo el grupo Prisa; explicitó el hostigamiento desde el minuto
uno de su acceso a la Secretaria General por parte de Susana Díaz y su
federación andaluza; no olvidó el juego a la contra de importantes barones que
gobiernan con el apoyo de Podemos; dejó sentado que sin el entendimiento con
Podemos la derecha se hará eterna; verbalizó, por fin, que Cataluña es una
nación dentro de España, reconocimiento necesario para poder afrontar una
solución al problema catalán; dijo que Felipe González ya no era un referente
para él (!oh, blasfemia contra dios!).
Cada
afirmación de Pedro Sánchez fue un relámpago que iluminó momentáneamente el
escenario y dejó al descubierto las vergüenzas de gente poderosa que no
perdona. M. A. Revilla, el Presidente cántabro, exclamó de inmediato: !No sabe
lo que le espera! !Le van a dar por todos los lados! En efecto, El País, tras unos días de
silencio, se pronunció por medio de una editorial −de penoso nivel intelectual,
en la línea grosera y panfletaria a la que nos tiene acostumbrados, y por la
que el mismo director del diario pidió perdón para frenar la avalancha de
suscriptores en deserción−, en la que
acusaba a Pedro Sánchez de falta de cultura democrática (menudo cinismo); el
portavoz de la Gestora, un militante de Andalucía, atribuía las manifestaciones
del defenestrado líder socialista a su «situación emocional» (el paso siguiente
será argumentar que se ha vuelto loco); otro mastuerzo con rango de barón
conminó a Pedro Sánchez a guardar silencio y retirarse «con dignidad»; la
lideresa andaluza recriminó los personalismos y se refirió enfáticamente a la
grandeza del Partido y a su fuerza...
De
momento, la fuerza del PSOE se mide en el 17% de los votos, según la última
encuesta del CIS, miles de socialistas se están dando de baja de militancia y
otros muchos están esperando a ver qué líder se hace cargo del Partido para tomar una decisión que, en algunos casos
que conozco, puede ser dramática. Yanis Varoufakis ha dicho: «Los socialistas
españoles se han deshecho de Sánchez para permitir que Rajoy forme gobierno, el
PSOK mordió el polvo por participar en el derrocamiento de su líder y,
curiosamente, el PSOE ha tomado el mismo camino».
A Pedro
Sánchez no le vendría mal leer a Jenofonte, es cierto, para aprender a
sobrevivir en tiempos de guerra, pero, a Susana Díaz, más huérfana de lecturas
−y por la que no tengo aprecio político alguno− me limito a transcribirle estas
palabras de una arenga del mismo Jenofonte a sus soldados: «Quien estando en guerra se rebela contra su
propio comandante se está rebelando contra su propia esperanza de salvación».
Atrevido, valiente y didáctico análisis sobre los aciagos aconteceres del PSOE, especialmente el dardo final dirigido a Susana Diaz.
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