martes, 8 de noviembre de 2016

LAS VERDADES DE PEDRO SÁNCHEZ

Las afirmaciones del ex Secretario General del PSOE  (rueda de prensa al dejar el Acta de Diputado y entrevista de Jordi Évole) tienen la naturaleza de verdaderas por acomodarse a los hechos. Son las palabras que reproducen fielmente la realidad de lo acontecido las que alcanzan la más alta nobleza, la nobleza de la verdad. La verdad os hará libres, se dice en la doctrina cristiana. O, de contrario, os matará, enseña la experiencia de la vida.
 La mentira política tiene brillantes defensores en la tradición: desde Platón hasta Kissinger pasando por Maquiavelo, Richelieu, J.Swift y J. Arbuthnot, entre tantos otros, se ha venido defendiendo o justificando la funcionalidad de la mentira en política, o el disimulo, la doblez, el fingimiento, la falacia, la insinuación capciosa o cualquier otra forma de engañar o enmascarar la verdad ante el adversario. Diríase que el pueblo no está preparado para entender la complejidad del interés general y que la verdad desnuda es tan intolerable que hace imposible la gobernación.
La política es una forma de guerra y, en tiempos críticos, de guerra cruenta. Aprender el arte de la supervivencia es la primera tarea del héroe. El Anábasis, de Jenofonte, es toda una épica de la resistencia en territorio enemigo para, después de una derrota, retirarse a la patria y emprender la refundación de nuevos objetivos. La ambición de Ciro el Joven montando una expedición contra el Rey Artajerjes para arrebatarle la corona; la ocultación a sus conmilitones griegos y bárbaros ­−todos mercenarios desempleados después de la Guerra del Peloponeso−  de las verdaderas intenciones de Ciro; la crueldad de las cabezas cortadas a los vencidos, incluida la de Ciro; la disciplina guerrera de Clearco subordinada al objetivo de salir vivos en la huida; el espíritu justo de Próxemo; el alma traicionera y ambiciosa del otro estratego, Menón de Tesalia; la persecución implacable del ladino Tisafernes en nombre del Rey persa; los recelos y desconfianzas entre griegos, espartanos y bárbaros, a pesar de que les unía el propósito común de la salvación; los pactos, las treguas, las alianzas, las emboscadas, las traiciones, las venganzas, los chantajes, las arengas a los soldados, las adulaciones, las calumnias, las conspiraciones... La Retirada de los Diez mil, narrada por Jenofonte, es la más brillante exposición de lo mejor y lo peor de la naturaleza humana y de la función equívoca de la palabra al servicio de la supervivencia. Jenofonte, que fue uno de los estrategos más sobresalientes de la expedición, al fin y al cabo pudo contarlo. Él, que para seguir su impulso aventurero, había dado una respuesta falaz sobre los presagios de los dioses a su maestro, el gran Sócrates...
De la boca de Pedro Sánchez, una vez traicionado y vencido, no salieron palabras políticas. Descubrió la presión insoportable del mundo económico y mediático; citó específicamente el papel chantajista del diario El País, avanzadilla de todo el grupo Prisa; explicitó el hostigamiento desde el minuto uno de su acceso a la Secretaria General por parte de Susana Díaz y su federación andaluza; no olvidó el juego a la contra de importantes barones que gobiernan con el apoyo de Podemos; dejó sentado que sin el entendimiento con Podemos la derecha se hará eterna; verbalizó, por fin, que Cataluña es una nación dentro de España, reconocimiento necesario para poder afrontar una solución al problema catalán; dijo que Felipe González ya no era un referente para él (!oh, blasfemia contra dios!).
Cada afirmación de Pedro Sánchez fue un relámpago que iluminó momentáneamente el escenario y dejó al descubierto las vergüenzas de gente poderosa que no perdona. M. A. Revilla, el Presidente cántabro, exclamó de inmediato: !No sabe lo que le espera! !Le van a dar por todos los lados!  En efecto, El País, tras unos días de silencio, se pronunció por medio de una editorial −de penoso nivel intelectual, en la línea grosera y panfletaria a la que nos tiene acostumbrados, y por la que el mismo director del diario pidió perdón para frenar la avalancha de suscriptores en deserción−,  en la que acusaba a Pedro Sánchez de falta de cultura democrática (menudo cinismo); el portavoz de la Gestora, un militante de Andalucía, atribuía las manifestaciones del defenestrado líder socialista a su «situación emocional» (el paso siguiente será argumentar que se ha vuelto loco); otro mastuerzo con rango de barón conminó a Pedro Sánchez a guardar silencio y retirarse «con dignidad»; la lideresa andaluza recriminó los personalismos y se refirió enfáticamente a la grandeza del Partido y a su fuerza...
De momento, la fuerza del PSOE se mide en el 17% de los votos, según la última encuesta del CIS, miles de socialistas se están dando de baja de militancia y otros muchos están esperando a ver qué líder se hace cargo del Partido  para tomar una decisión que, en algunos casos que conozco, puede ser dramática. Yanis Varoufakis ha dicho: «Los socialistas españoles se han deshecho de Sánchez para permitir que Rajoy forme gobierno, el PSOK mordió el polvo por participar en el derrocamiento de su líder y, curiosamente, el PSOE ha tomado el mismo camino».
A Pedro Sánchez no le vendría mal  leer  a Jenofonte, es cierto, para aprender a sobrevivir en tiempos de guerra, pero, a Susana Díaz, más huérfana de lecturas −y por la que no tengo aprecio político alguno− me limito a transcribirle estas palabras de una arenga del mismo Jenofonte a sus soldados: «Quien estando en guerra se rebela contra su propio comandante se está rebelando contra su propia esperanza de salvación».

1 comentario:

  1. Atrevido, valiente y didáctico análisis sobre los aciagos aconteceres del PSOE, especialmente el dardo final dirigido a Susana Diaz.

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