lunes, 3 de febrero de 2014

BECAS Y VOCACIONES RELIGIOSAS




Siendo niño, por los años cincuenta del siglo pasado, uno tenía ocasión de comprobar que en su pueblo los hijos del médico, del veterinario y de los ricos hacendados ─que ‘naturalmente’ eran los más inteligentes (el rendimiento académico y el nivel económico-cultural están correlacionados positivamente)─, al cumplir los 10 años abandonaban la escuela y se marchaban a la capital a cursar el Bachillerato en colegios de pago. Los demás escolares, mayormente asilvestrados, continuaban en la escuela hasta los 12 años en un empeño tedioso por desasnarse…

A veces surgía un niño despierto, rara avis, como una flor prometedora de excelente fruto en medio de tierra de abrojos. Entonces el maestro se lamentaba: ¡Qué pena de este niño que no puede estudiar! Estudiar era hacer el bachillerato y tal vez llegar a la universidad.

Pero entonces, en el último tramo del año escolar, entre mayo y junio, las escuelas recibían la visita, caña en ristre, de los pescadores de vocaciones religiosas. Aquellos frailes casi ancianos, de sayal pardo y barba blanca amarillenta, desplegaban sus toscas artes de persuasión y convencían a los padres para entregar sus hijos al convento en el que recibirían los estudios que el mundo secular les negaba; ponían menos énfasis en el objetivo último: servir al Señor en la vida religiosa, pues la mies era mucha y los obreros pocos. No hace falta decir que aquellas vocaciones religiosas tan poco auténticas, cuando llegaba la naturaleza clamando por sus fueros en la edad juvenil se frustraban, pese a las palabras evangélicas que amenazaban: “¡Ay de aquél que después de haber puesto la mano en el arado vuelve la vista atrás…! ¡Más les valdría no haber nacido!”.

A partir de la llegada de la democracia y a pesar de los cíclicos apuros económicos, en España la mayoría de los alumnos, niños y niñas, que ha mostrado aptitudes para el estudio ha podido alcanzar grados universitarios por medio de un sistema de becas generoso promovido por los gobiernos socialistas. Hoy, bajo el gobierno del Partido Popular, en pleno desplome económico y social, aniquiladas las ayudas a la dependencia y a la protección social en general y limitadas las becas al estudio a aquellos alumnos inteligentes bordeando la superdotación, numerosos muchachos y muchachas se ven obligados a abandonar sus carreras universitarias sin terminar.

Por otra parte, aquello de la mies es mucha y los obreros pocos, en las últimas décadas se ha agudizado. Las vocaciones religiosas son escasas y los seminarios y conventos están vacíos. Las parroquias deben agruparse y los colegios religiosos dedicados a la enseñanza son servidos por personal seglar.

La experiencia de la vida nos ha enseñado que no hay mal que por bien no venga o que todo envés tiene su cara. ¿No habrá, pues, alguna salida para esos estudiantes, buenos estudiantes, que se ven obligados a abandonar sus estudios por carencias económicas? ¿No habrá algún pescador de vocaciones que les abra los ojos y les enseñe el camino del convento o del seminario, que es el camino de la verdad y la vida? Allí al menos tendrán asegurado un plato de sopa boba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario