miércoles, 29 de julio de 2015

LA SEÑORA BONIG Y LA REGENERACIÓN DEL PP

La ex alcaldesa de la Vall d’Uixò ha sido elevada al liderazgo del PP valenciano por la Central de Madrid, que ha valorado el carácter aguerrido e intrépido y la claridad de ideas en la más pura línea thacheriana de la señora Bonig. «Debemos hacer una revolución muy ambiciosa que no destruya, sino que construya y para eso hacen falta los valores y principios que tenemos en el PP», así arengaba recientemente a sus compañeros la nueva lideresa. Revolución ambiciosa que no destruye... Inefable discurso.
Vayamos a los valores y principios de esta señora. En democracia hay un valor clave que es el respeto a las leyes, el principio de legalidad. Frente al Derecho del Antiguo Régimen, conjunto de derechos subjetivos (‘cosmos de privilegios’, en expresión de Max Weber), cuya fuente de poder radicaba en el Soberano, el Derecho Público moderno, en el marco de la Revolución Francesa, nace como reacción a las maneras o técnicas del absolutismo. La Ley es la forma legítima de expresión de la voluntad general. La Ley funda y asegura la ‘libertad del ciudadano’, la libertad que corta las cadenas de su condición de súbdito pasivo. De modo que la voluntad de la Ley es la voluntad del pueblo formado por ciudadanos. El imperio la Ley de es el imperio de la voluntad general.
Por otra parte, la Ley es la forma contractual del pacto social. En el contexto del contractualismo contemporáneo la Ley es la bóveda maestra que sostiene toda la arquitectura democrática. Burlar la Ley, hacer uso fraudulento de ella, incumplirla al fin, es socavar, quebrar, romper, corromper el edificio de la convivencia pacífica.
Un repaso a los años de I. Bonig como alcaldesa de la Vall d’Uixò nos ofrece perspectiva suficiente para hacernos idea de cómo la flamante lideresa del PP  valenciano se relacionaba con la Ley en el campo acotado de la gestión del personal. Los contenciosos por causa de la Selección y Administración del Personal fueron continuos: presencia en las Comisiones de Selección de personas inhábiles, denuncias por acoso laboral, etc. Cierto que no todos los litigios los perdió el Ayuntamiento, unos los ganó, otros los perdió y algunos yacen litispendientes en el TSJ para zozobra de las personas interesadas... En resumen, una gestión desastrosa, sectaria, revanchista, guiada por una fobia a los Sindicatos (en especial a los de clase) que la  señora Thatcher aplaudiría desde su tumba.
Pero, al margen de contenciosos ganados y perdidos, de inquinas sectarias y vendettas partidistas, existe un hecho incontrovertible: la señora Bonig se empeñó –todo un carácter– en situar como Presidente de todos los Tribunales de Selección  a su Jefe de Personal, un funcionario interino.
El artículo 60.2 de la Ley 7/2007 del Estatuto Básico del Empleado Público reza así: «El personal de elección o de designación política, los funcionarios interinos y el personal eventual no podrán formar parte de los órganos de selección». No estamos ante un concepto jurídico indeterminado (que el examinador sea ‘capaz’, ‘responsable’ o ‘competente’...,  son realidades no bien delimitadas). Estamos ante un concepto jurídico delimitado y preciso: se es interino o no se es. Y un funcionario interino no puede formar parte de un Tribunal de Selección. Esto lo puede entender muy bien una Licenciada en Derecho como la señora Bonig.
Esta señora se empeñó, convocatoria tras convocatoria,  en colocar a su interino de confianza como Presidente de todos los Tribunales, produciendo estragos en la política de Personal, con daños colaterales de tipo moral y económico a los interesados que participaron con éxito o sin él en los concursos-oposición.
La  noticia del encumbramiento de la señora Bonig al liderazgo del PP me ha traído a la memoria sus antecedentes como alcaldesa, los cuales hacen que me pregunte, y pregunte al público en general: ¿puede una política que de tal guisa despreció la Ley encarnar la regeneración de un partido sumido en el abismo de la corrupción? Porque aquí no estamos ante una Antígona que se rebela contra Creonte, invocando ‘leyes divinas’, incontaminadas y preexistentes a las leyes positivas, para dar honrosa sepultura a su hermano Polinice. Aquí nos encontramos ante una heredera a beneficio de inventario de  ‘los valores y principios del PP’.  Una heroína que amenaza con hacer una oposición a muerte al actual gobierno de la Generalitat Valenciana. Una thatcheriana, salvadas las distancias con la inglesa, claro,  que predica a los suyos una revolución que no destruya, que construya. Menuda revolucionaria.

viernes, 24 de julio de 2015

¿ES GOBERNABLE LA EDUCACION EN ESPAÑA? (I)

La pregunta  es retórica, pensará el posible lector: en quien interroga seguramente hay muchos años de experiencia y reflexión sobre la realidad de la educación española y hay asimismo una opinión pesimista preformada. Efectivamente, así es. La pregunta nace de la frustración de haber vivido profesionalmente incontables controversias e intentos reformadores, detrás de los cuales no quedó más que el fondo pétreo e inmutable de un sistema escolar inestable e ineficiente.
Sírvame de introducción una anécdota menor referida al nuevo Conseller de Educación de la GV. Leo en la prensa: «El STEPV tilda de insatisfactoria la reforma del currículo LOMCE que acometerá Marzà. Pide que se palíe el recorte de Dibujo y Tecnología y que en la línea de valenciano de ESO no se imponga más castellano». Los profesores de Matemáticas piden más horas, y los de Filosofía, y los de Latín (!pobres!) y los de Música... No es posible satisfacer a todos. Pues empieza bien el señor Conseller... Si no es capaz de satisfacer a los suyos, ¿qué solución tendrá cuando concurran competitivamente otros agentes que no sean su sindicato, la Escola Valenciana o el Belén de la Pigà?
Ironías al margen, la cuestión es ésta. ¿Existe un político o administrador capaz de gestionar  la educación, con unos parámetros aceptables de racionalidad y eficiencia, dada la dialéctica bélica escuela pública / privada concertada, el régimen  estatutario del personal docente y la complejidad jurídico-formal que rige un sistema escolar burocratizado hasta límites inconcebibles?
Es nuestro propósito analizar y comentar las causas de la presunta ingobernabilidad de la educación española, tarea que, deo volente, haremos en varias entregas.
La primera y más radical causa de la ingobernabilidad de la educación es de naturaleza ideológica, política y, en última instancia, proselitista y electoral. A diferencia de otros países de similar estándar civilizatorio, entre nosotros la educación es el campo donde se libra la madre de todas las batallas entre la derecha y la izquierda por conseguir la hegemonía política. Y la Iglesia siempre presente, al lado de la derecha. Desde la liberal Constitución de 1812  ─en la que se imponía la enseñanza del Catecismo en todas las escuelas de la Monarquía─, pasando por la década ominosa ─durante la cual se ejecutó al maestro Cayetano Ripoll por no ir a misa y no saludar al Santo Viático─ , y por el Concordato de 1851 que otorgaba a la Iglesia la potestad de inspeccionar todas las instituciones educativas en lo tocante a la fe católica y las buenas costumbres, continuando con el sorprendente fenómeno de los institucionalistas que se ven forzados a crear un entidad de derecho privado, la ILE, para garantizarse la libertad de enseñanza (entendida como libertad de cátedra y no en el sentido falaz de libre elección de modelo y centro educativo... hasta el día de hoy en que la LOMCE del PP corre el riesgo de ser inaplicada por las fuerzas de la oposición recién instaladas en Autonomías y Ayuntamientos, la Iglesia ha estado y está presente, beligerante, en toda la historia de nuestra educación.  Y no se entiende nada sin esta omnipresencia.
La dicotomía escuela pública / privada concertada es una pugna por la hegemonía ideológica, política y electoral. El más superficial observador sabe que la escuela privada concertada es un granero de votos para la derecha, por razones de evidencia palmaria. Es por lo que el PP allí donde ha gobernado, Madrid y Valencia, por ejemplo, ha logrado corregir a favor de la enseñanza concertada la relación cuantitativa. De 1/3 ha alcanzado y aún superado el 50% en las capitales nombradas. La derecha se juega mucho electoralmente y la Iglesia, en tiempos de secularización acelerada, es muy consciente de que su supervivencia, al menos como burocracia, está en la permanencia de la religión en la escuela, en base al Concordato de 1953 modificado por los Acuerdos sobre Enseñanza y Asuntos Culturales de 1979.
Sic rebus stantibus, oír al nuevo Conseller de Educación que «potenciará la escuela pública» y relegará a la concertada a una función subsidiaria y complementaria me produce la misma melancolía que un niño en la playa con su cubito tratando de vaciar el mar. Potenciar, fortalecer, impulsar, promover, propiciar... son verbos de los programas electorales. Del que ya gobierna se espera algún detalle. Bien está negarse a suprimir puestos escolares en el sector público, pero si la demanda no disminuye en los centros concertados (por causas tan conocidas como irreductibles), ¿cómo se cohonestará la razón económica con la que llaman libre elección de las familias?
La guerra escolar no ha terminado entre nosotros y ésta es la primera causa de la ingobernabilidad de la educación y de que cada partido que consigue apoderarse del Boletín Oficial dicte su Ley educativa. Del carácter efímero de las grandes leyes de educación escribiremos próximamente.

viernes, 17 de julio de 2015

APUNTES BUROCRÁTICOS DEL NUEVO GOBIERNO VALENCIANO

Cada día trae su afán y cada gobierno viene con su burocracia. Idealmente no debiera ser así. La burocracia moderna, de raíz weberiana, fundada en los principios de igualdad, mérito, racionalidad y legalidad, habría de permanecer estable, al pairo de cambios de gobierno. Lo que ocurre entre nosotros, sin embargo, es que la llegada de un nuevo gobierno altera profundamente desde el número de Ministerios o Consejerías, su denominación y competencias, hasta la base misma de la pirámide donde se ubica el más irrelevante negociado. Nos somos los únicos. En todas partes, incluido el norte, cuecen habas. En la exitosa serie de la televisión danesa Borgen se nos muestra cómo la líder del Partido Moderado en un momento de la negociación concede un Ministerio más al representante del Partido Ecologista («Que sea un Ministerio de Cooperación Internacional», ofrece rauda la Presidencia in pectore del gobierno danés. «Sea», contesta el antagonista), y el pacto queda cerrado. ¿Será por un ministerio más? Los que sean necesarios para cerrar el pacto.
Por Decreto 103/2015 del Consell se establece la estructura orgánica básica de la Presidencia de la Generalitat y de las Consellerías. No podrá decirse que las denominaciones de las Consellerías y sus órganos directivos no son creativas, bien intencionadas, teleológicas y voluntaristas: Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas, Dirección General de Diversidad Funcional, Dirección General de Planificación, Ordenación, Evaluación y Calidad; Dirección General de Reformas Democráticas, Dirección General de no sé qué e Internalización, Dirección General de no sé cuántos y Emprendimiento... La cima de este desafuero burocratizante (allí donde no exista contenido competencial la denominación del órgano creará la función) se halla en la Consellería que ostenta el rimbombante y poco ahorrativo título de ‘Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación’. Personalmente echo a faltar una Consellería del Amor, con dos Direcciones Generales, una para el Amor Divino y otra para el Amor Profano. Y no estaría de más una Consellería para el Desarrollo del Pensamiento Crítico, con una Dirección General para la Critica de la Razón Pura y una segunda para la Razón Práctica.
Un segundo apunte que me permito hacer se refiere a un cierto sesgo en el reparto de Consellerías entre el PSPV y Compromís. Hay unas consellerías de carácter instrumental, encargadas de la intendencia, del cuidado y mantenimiento del territorio (las carreteras, las emergencias, los incendios); del orden, de la policía administrativa y de la otra..., y, consecuentemente,  responsables del aprovisionamiento de recursos a los otros Departamentos que se dedican a proporcionar servicios, subvencionar actividades o necesidades vitales, generar ideología, interactuar con el público y propagar  ‘el mensaje’. Pues bien, al PSPV, globalmente, han ido a parar las Consellerías instrumentales, de acción interna, y a Compromis las de acción externa. (Al respecto será oportuno precisar que regir la Consellería de Hacienda en situación de quiebra, lejos de ser ocasión para el ejercicio del poder, es aceptar la condena a un padecimiento  incomprendido y frustrante por no tener remedio).
En sendos Decretos del Consell, el 104 y el 105, cesan de una tacada 60 Directores Generales y se nombran otros tantos. Pareciera que estamos ante la cesantía decimonónica que con tanto verismo retrata Pérez Galdós en su novela Miau. Pero no. Las Direcciones Generales y Altos Cargos asimilados no  son puestos funcionariales y cada gobierno los ocupa diligentemente, en la mejor  versión  del spoil system, el botín de guerra que se reparte entre la clientela. La buena idea de profesionalizar los cargos directivos de las Administraciones Públicas, desde Subsecretarías hacia abajo, es una idea arrumbada en el cajón de las reformas pendientes, como la de la educación y la justicia. Así nos va. Cada gobierno adviene con su tropa , de entre la cual engalona a decenas de  militantes (militares) haciéndoles  generales, personajes en buena proporción ayunos de experiencia en las Administraciones Públicas, carentes de técnicas directivas y sin ninguna noción de Derecho Administrativo, fuera del cual nada se puede hacer en el ámbito competencial de lo público.
Bueno será terminar con un último apunte.  Por Resolución de 1 de Julio de 2015 el Conseller de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación nombra como asesora de prensa a una señora. Se dice: En atención a la naturaleza de la tarea y bla, bla, bla...«se establece la retribución correspondiente a asesora de gabinete de conseller». En similares nombramientos de personal eventual se sigue idéntico discurso tautológico: el asesor de asuntos generales cobrará la retribución correspondiente al asesor de asuntos generales; el asesor de asuntos parlamentarios percibirá lo correspondiente al asesor de asuntos parlamentarios... Impresionante monumento a la TAUTOLOGÍA y a la TRANSPARENCIA.
   Pues, ¿no será cierto que hay tarea suficiente para la Consellería de Transparencia y demás imperativos éticos que enfatiza su título?

jueves, 16 de julio de 2015

AZAR Y ENCHUFISMO EN LAS OPOSICIONES DE MAGISTERIO

Una mañana de calima de este julio agobiante. Muchachos y muchachas se agolpan y atropellan sobre el tablón de anuncios de un centro educativo cualquiera. Sus rostros muestran por igual ilusión ansiosa y temor, impaciencia nerviosa y angustia. La secretaria del Tribunal de Oposiciones de Magisterio, jovial y recreándose en la suerte, cuelga el listado con las calificaciones del último ejercicio de la Fase de Oposición. Luego vendrá la Fase de Concurso de méritos.  Hay gritos y saltos de alegría, gestos apesadumbrados y lágrimas furtivas... La cara y la cruz.
El sistema de concurrencia competitiva igualitaria (las Oposiciones, en lengua paladina)  para acceder a la función pública tiene una mala prensa. Memorizar y repetir cual papagayos un repertorio de temas teóricos no es garantía de selección de los mejores, que es el objetivo esencial del proceso, se dice tópicamente. Y, sin embargo, a la larga es el menos malo, el que, al fundarse en los principios constitucionales de igualdad, publicidad, mérito y capacidad, resulta más eficiente para la recluta del funcionariado.
Como respuesta a la crítica del memorismo, los distintos procedimientos de selección de los empleados públicos han coincidido en introducir modificaciones de este tenor: añadir a la Parte de la Oposición otra Parte de Concurso de méritos que prima la experiencia, reducir a la mínima expresión el número de temas sobre conocimientos teóricos y otorgar más peso a los ejercicios prácticos. De acuerdo a esta tendencia, impulsada machaconamente por los Sindicatos, el sistema de selección de los maestros y maestras ha devenido en desastroso.
En primer término. La Parte A del Primer ejercicio suele constar de 25 temas, de los cuales el Tribunal extrae al azar 2. De ellos el opositor elige uno, sobre el que escribirá durante una hora. Al ser tan escueto el temario todo el mundo lo domina, por lo que resulta un ejercicio apenas discriminativo. En la Parte B, la prueba que pretende ser práctica, como en la mayoría de las Oposiciones, es un simulacro. Toda práctica hecha con papel y bolígrafo no deja de ser una impostura.
El Segundo ejercicio trata de comprobar la aptitud pedagógica y el dominio de las técnicas de enseñanza. A este fin el opositor/a ha de presentar una Programación Didáctica relativa a un curso  con sus correspondientes Unidades didácticas. El primer documento se prepara en casa (o se compra, se dice) y el segundo se elabora delante del Tribunal  (de manera que al examinando no le puede caer en sorteo ninguna Unidad no incluida en la Programación...). Evaluar estos documentos es tarea tan imposible como hacer análisis clínicos de sangre mirando el cubito rojinegro a ojo de buen cubero. Cierto es que la Administración ─que no se diga que no es consciente de la dificultad─  proporciona a los Tribunales minuciosos criterios de evaluación, pautas y orientaciones, según los cuales habrá que tener en consideración los conocimientos técnicos y metodológicos, las habilidades y competencias, la capacidad de comunicación, la habilidad para resolver conflictos, el sentido de análisis y crítica, la creatividad e iniciativa, la pericia en la toma de decisiones, la expertez en planificar y organizar, la aptitud para trabajar en equipo, la disposición al trabajo innovador, la sensibilidad por la diversidad del alumnado y la transversalidad del aprendizaje... ¿Hay quién dé más? Esto es una paranoia morrocotuda.
Otro factor distorsionador de la objetividad es la composición de los Tribunales, que, si bien reglamentariamente pueden estar integrados por docentes de los distintos niveles, en la práctica se constituyen con docentes del Cuerpo de Magisterio en exclusiva. Y no es solo que el tufo corporativo eche para atrás, es que el arduo acto de evaluar y juzgar requiere que los evaluadores sepan más que los evaluados. ¿Cómo puede ser que en Tribunales de Inglés haya maestros y maestras con los conocimientos  rudimentarios que un día lejano les proporcionó un cursillo de especialización, y ahora dedicados a otras especialidades?
Finalmente, hay un cuarto hecho que pervierte el procedimiento. Se trata de la  integración de los listados de las notas de los distintos Tribunales en una lista única, lo que produce que los Tribunales tiendan a puntuar muy alto (más alto siempre que el Tribunal de al lado...) para conseguir que su clientela no se quede fuera. Y así se da que, rompiendo todos los estándares de la estadística, nos encontremos que en un listado de 26 aprobados haya 7 u 8 dieces, que es el no va más.
En síntesis, un ejercicio escrito irrelevante que no discrimina, una prueba práctica fallida, una Programación posiblemente venal, física y metafísicamente imposible de evaluar con objetividad, Tribunales corporativos de cualificación dudosa en algunos casos y un concurso de méritos en el que los años de interinaje dislocan la puntuación final... son factores de un proceso tremebundo, intenso, concentrado en 20 días de tortura a unos opositores y opositoras cuyo derecho a ser evaluados objetivamente es conculcado flagrantemente.
    Y lo peor, con todo, no es el azar, sino la arbitrariedad y el enchufismo que se filtran por las fallas del sistema.

lunes, 13 de julio de 2015

PARA ENTENDER A PODEMOS

A medida que el éxito de Podemos se ha ido consolidando, la derecha política y mediática más arriscada ha intensificado las descalificaciones gruesas del nuevo partido político: revolucionarios bolivarianos, comunistas camuflados, populistas que si un día ganan las elecciones, éstas serán las últimas que se convoquen, jóvenes antisistema dispuestos a dinamitar las instituciones democráticas europeas... Palabras gruesas acompañadas del activismo de los aparatos represivos del Estado dirigido contra sus líderes máximos.
Brochazos tan burdos, lejos de instalarnos en una indiferencia complaciente y agradecida, nos obligan a los que no compartimos el ideario podemita a un esfuerzo redoblado de análisis por entender a Podemos, ahora que ya contamos con materiales (textos escritos y orales, documentos programáticos, etc. ) y hemos tenido tiempo para escrutar a los maestros pensadores en los que están sus raíces ideológicas y políticas.
El reciente artículo del líder máximo de Podemos, ‘Izquierda’, nos pone en una buena pista. Por boca de Perry Anderson reconoce Pablo Iglesias «la derrota histórica de la izquierda», que ilustra con ejemplos como el fracaso de la izquierda  comunista en la Transición, el del ‘programa común’ de Mitterrand y el del ‘compromiso histórico’ entre la Democracia Cristiana y el PCI de Italia. Hoy, sin embargo, Pablo Iglesias está convencido de hallarse ante una ocasión histórica para asaltar el cielo del poder, no desde el esquema simbólico izquierda-derecha, sino desde una idea modernizada de la hegemonía.
A Pablo Iglesias se le nota demasiado (nerviosismo, impaciencia, desabrimiento a veces...) que no está dispuesto a desperdiciar la oportunidad. Él y sus amigos y compañeros universitarios se han hecho las célebres preguntas de Lenin a principios del siglo XX: «¿Por dónde empezar?». Y luego: «¿Qué hacer?»
Iglesias se siente heredero político y personal (considérense sus antecedentes familiares) del fracaso de los planteamientos teórico-prácticos de la hegemonía según los clásicos, desde Marx a Gramsci, pasando por Lenin, Rosa Luxemburgo y otros, y ha dado el salto a una idea actualizada de hegemonía que supera la gramsciana, de la mano de un filósofo y teórico-político postmarxista argentino, Ernesto Laclau.
Leer Hegemonía y estrategia socialista (1985) o la obra posterior, La razón populista, donde se mezclan las jergas postmarxista y postestructuralista (Lacan, Foucoult, Derrida y Barthes) es una penitencia difícilmente soportable. Leer a E. Laclau es transitar por un terreno árido y conceptuoso que nos hace dudar a veces de que el discurso pertenezca a un logos real. Y, sin embargo, algunas ideas quedan claras: la clase obrera no es ya la responsable de la hegemonía, ‘ilusión ontológica’ ésta de creer que una sola clase representaba los intereses universales de la humanidad; la clave izquierda-derecha no puede ser el marco simbólico desde el que ganar el poder; allí donde se dé la frustración, el rechazo, la rabia o la ira hacia el poder instituido ─cualquiera que sea el sector, la posición o el contenido diverso o contradictorio de las reivindicaciones─, allí pueden establecerse articulaciones de un ‘nosotros’, los más, frente a un ‘ellos’, que son los menos; las ‘identidades sociales’ no surgen automáticamente, se confeccionan política, discursiva y antagónicamente a través de ‘practicas articulatorias’, al estilo de Carl Schmitt; el populismo no es el demonio, no es irresponsabilidad, rechazo a la negociación institucional, no es adoración al caudillo y hostilidad a las élites.
Para E. Laclau el populismo es el alojamiento de una variada e infinita serie de demandas insatisfechas que construyen un enemigo común; da igual que los motivos se enraícen en la ira antioligárquica, la decadencia económica subjetiva o la mal disimulada fobia al fenómeno de la inmigración, todas las piedras hacen pared. El populismo emerge y crece allí donde las demandas colectivas no encuentran cauces institucionales. Cuando el malestar se amplía por distintos sectores sociales se llega a producir una ‘cadena de identidades’ frente al poder, que es el camino hacia la ‘identidad popular’, la hora  del pueblo, de la gente... Es el camino de P. Iglesias.
Llegados a este punto, es pertinente preguntarse porqué el líder de Podemos y el de IU, dos jóvenes amigos, con un origen común en el marxismo, no se ponen de acuerdo en la configuración estratégica de una hegemonía frente el poder establecido que ambos pretenden derribar y sustituir. La respuesta es fácil: sencillamente Alberto Garzón se mantiene fiel al concepto gramsciano de hegemonía, como «capacidad de unificar a través de la ideología y de mantener unido un bloque social que, sin embargo, no es homogéneo, sino marcado por profundas contradicciones de clase...» «A través de la ideología...» Aquí está la clave. Mientras, P. Iglesias ha dado un salto mortal hacia adelante y se ha colocado en la ‘razón populista’ de E. Laclau para quien la ideología no cuenta.
El surgimiento de una nueva Plataforma o Marea o Movimiento, Ahora en Común, en una posición inequívocamente de izquierdas, va a poner a prueba las muchas quiebras, trampas e incongruencias del discurso de Podemos. La praxis dará nuevas oportunidades a la teoría y acabaremos de entender a Podemos.  Y acabaremos tal vez de entender a Pablo Iglesias, espigando más en el campo de la psicología que en el de la teoría política. Me temo que a medio plazo será la psicopolítica la que dicte la última palabra sobre Pablo Iglesias.

viernes, 10 de julio de 2015

NUEVO GOBIERNO, ORGANIGRAMAS Y CURRICULOS

Acaso la primera y más material sensación de la erótica del poder que tenga el líder ganador de un proceso electoral sea, culminada la liturgia de la investidura por las Cortes, la firma del Decreto del Presidente ─nos referimos a la Autonomía Valenciana, pero lo mismo podría decirse del gobierno de cualquier nivel─  por el que se determina el número de Consellerias y la atribución de los paquetes de competencias a cada una de ellas. En otro correlativo Decreto del Presidente se establecen las Secretarías Autonómicas, y aquí se da ya la primera pugna entre consellers por conseguir tres mejor que dos y dos mejor que una Secretaría Autonómica. El debate ─que es combate─ se acrecienta por acumular patrimonio en Direcciones Generales, Jefaturas de Área, Servicios, etc. Desde cualquier nivel burocrático y hasta la base de la pirámide todo órgano lucha por agrandar su base. Es la ley de hierro de la burocracia que para reproducirse y conservarse necesita crecer. Así que hemos de estar atentos al final del proceso de renovación de la ‘nomenclatura’ valenciana para comprobar si se ha aumentado o no el peso de la burocracia respecto a la época del derrochador Partido Popular.
Joan Lerma, que no era un experto en Administración Pública, tenía sin embargo un finísimo instinto que le alertaba contra el crecimiento inercial de los aparatos burocráticos. Nunca permitió la creación de subsecretarías y subdirecciones generales, mucho menos las secretarías autonómicas... En cierro momento le teníamos convencido para crear las Delegaciones del Consell en provincias a fin de mostrar unívocamente la marca ‘Generalitat’ y coordinar la acción de los Servicios Territoriales de las Consellerias. Habíamos elaborado en Presidencia, junto con Administración Pública, que regía precisamente Vicent Soler, el proyecto de Decreto. Al final, me dijo Lerma: «La coordinación la puedes hacer desde la Secretaría General y la Inspección General de Servicios». Y ahí terminó la historia.
Llegó el PP y con él la fiesta. Crecieron como hongos las Secretarías Autonómicas, las Subsecretarías, las Direcciones Generales y, por supuesto, se crearon las Delegaciones del Consell con rango de dirección general…, más  otros altos cargos asimilados. El de la Administración Pública se convirtió en fecundo campo para la captura de rentas a repartir entre una clientela insaciable. Hoy ese campo yace esquilmado.
La elaboración de los organigramas a partir de las Direcciones Generales es otro momento de excitación y morbo. Durante los días que dura la tarea nadie es más observado, vigilado y envidiado que el grupito de hombres de confianza del Conseller que diseña top secret la estructura orgánica de la Conselleria y el reparto de las competencias. Es una lucha sorda, entre bastidores, en la que toman parte los altos funcionarios, los medianos y hasta los auxiliares de base. Del resultado dependen ascensos y descensos, quedar al alza o decaer en el ostracismo.
Pero cuando la excitación alcanza su cenit es en la hora de los nombramientos. Los nombres de los afortunados que van a ocupar las casillas del organigrama despiertan una curiosidad ansiosa entre los periodistas, entre los seguidores de los avatares políticos y, en especial, entre la clase funcionarial. Superada la fase de la rumorología, la recepción de los nombres que publica el Diario Oficial, unos esperados y otros sorprendentes, la mirada del público interesado se centra en los currículos de los nombrados, que a fin de cuentas es su carta de presentación.
Los currículos hay que leerlos con todas las reservas del mundo. En el año 1985 recibí un currículo impactante de alguien que acababa de cesar en el Gabinete del Presidente Joan Lerma. Lo acepté como Inspector en la Inspección General de Servicios. No sabía redactar. Me lo quité de en medio en cuanto pude. En los currículos hay hechos sustanciosos y valiosos y otros que no son más que la expresión de un mariposeo académico desnortado. De los currículos de la nueva ‘nomenclatura’ ─en general bastante apañados─ el más llamativo sin duda es el del Conseller de Educación,  Investigación, Cultura y Deporte: una ingeniería iniciada o no acabada (no es lo mismo), una diplomatura en Magisterio, una reducida experiencia en la docencia y, eso sí, una militancia en Escola Valenciana y en el sindicato Stepv y otros activismos varios... Además tiene un blog y escribe tuits, alguno de los cuales ha borrado al ser nombrado Conseller «por no estar cómodo con ellos» (Lo de Groucho Marx: estos son mis principios y si no le gustan, aquí tengo otros).
El Who’s Who es natural que despierte interés más allá de la clase funcionarial. A nadie le gusta ser gobernado por ignorantes. De por sí a ningún ser humano le gusta ser mandado, pero si no queda otro remedio, al menos que los que dirigen nuestros intereses sean merecedores de alguna admiración por ostentar competencias y saberes de los que nosotros carecemos.
Que una persona de formación tan limitada haya de dirigir la educación, la investigación, la cultura y el deporte en nuestra comunidad me resulta deprimente. Y no es solución que a su lado, pero por debajo, se le coloque como Secretario Autonómico a un Miguel Soler, éste sí sobradamente formado y experimentado.

¿Puede soportar tal desorden la administración destinada a cumplir los objetivos educativos, de investigación, culturales y deportivos que demanda la sociedad valenciana? ¿Qué organización racional puede funcionar con semejante grado de entropía?

miércoles, 1 de julio de 2015

LA RECONQUISTA DEL PALAU DE LA GENERALITAT

La democracia es el sistema organizativo de convivencia social que permite a los ciudadanos cambiar los gobiernos, decía K. Popper. Si nos conformamos con esta definición reductiva del filósofo de las sociedades abiertas, los recientes cambios en los gobiernos municipales y autonómicos demuestran que la democracia funciona en España. Pero la democracia es sobre todo “formalidad”. De hecho, las formas y rituales que acompañan a las permutas de unos dirigentes por otros en las sociedades democráticas son  transposiciones sublimadas, civilizatorias e incruentas de las guerras sanguinarias que antes, o ahora en las sociedades no democráticas, libraban entre sí los individuos, las tribus o los grupos organizados para hacerse con el poder y establecer la jerarquía del dominio social.
Acabamos de visualizar cómo el  Palau de la Generalitat, ocupado durante veinte años por las huestes del Partido Popular, ha sido tomado por el morellano Ximo Puig al frente de tropas propias y otras diversas coaligadas, más algún apoyo externo. El amigo Javier Andrés, periodista, contaba recientemente una anécdota muy ilustrativa de esta visión de la política como dialéctica de victorias y derrotas, conquistas y reconquistas (...I han tornat, Levante, 27-06-2015): un asesor de confianza del Jefe del Gabinete de Lerma, antes de entregar el Palau en el verano de 1995 al general Zaplana, dejó un folio doblado escondido en una rendija de una ventana gótica del despacho de Ximo Puig con la leyenda «Tornarem». Ahora, que desde la Torre de la Pardalea del castillo de Morella se han reconquistado las Torres del Palau, era el momento de comprobar si el folio permanecía en su escondite o había sido objeto, como tantas cosas en estos años, de la limpieza étnica y los estragos de los bárbaros..., proponía Javier Andrés.
Esta curiosa anécdota la contaba el periodista en el contexto de la entrega protocolaria de las llaves del Palau por el Conseller de Educación, Joan Romero, en representación del gobierno cesante y añadía la curiosidad de cómo Zaplana enseguida se interesó por la cocina y por si era cierta la existencia de un jacuzzi. Al respecto bien merece la pena ampliar y completar lo que dio de sí la ceremonia.
Consumidos los escasos minutos de los saludos protocolarios, Joan Romero y Ximo Puig abandonaron cum pede veloce el Palau y me dejaron solo con Zaplana y su hombre de confianza para todo, Jesús S. Carrascosa, al que yo conocía por haber colaborado juntos en la edición de la revista Papers desde la Conselleria de Educación, con Ciprià Ciscar de Conseller. Aposentados en el tresillo de piel verde del despacho del Presidente, fueron muy directos. Querían saber a cuánto ascenderían sus nóminas, cómo funcionaban los asuntos de intendencia, cómo traerse a un chófer amigo personal del Presidente y mostraron indisimulado interés en recorrer todos los rincones del Palau como en busca de algún tesoro oculto. Les expliqué que su nómina, si accedía a la Secretaría General que yo ocupaba, como de hecho sucedió, ascendería a 488.000 pesetas, menos las 54.000 que yo percibía en concepto de trienios como funcionario de un Cuerpo Superior de la Administración (unos 2600 euros brutos al cambio), y que el Presidente cobraría muy poco más. «Con este sueldo no podemos vivir», manifestó Carrascosa.
Cabría pensar que a estas alturas los anteriores detalles no interesan a nadie. Sin embargo, a mí me impresionaron. La recaptación de rentas que en la sociedad civil no habían conseguido, ese ansia de acomodarse en un Palacio con todo el confort del mundo y ese instinto de ocupación  hasta de la más escondida covachuela del Palau me sugirieron la idea de la política como acción guerrera de cuyas victorias se obtiene riqueza, fortuna, comodidad y dominio a costa de los vencidos. Aquellos individuos mostraban comportamientos primarios, pautados del ‘imperativo territorial’ que yo había estudiado en los manuales de etología. En fin, la derecha que venía no era como los socialistas que llegamos a la Generalitat en diciembre de 1982  (recuerdo que en mis primeras nóminas de Director General cobré bastante menos de lo que rezaba mi nómina como Inspector de Educación del Estado), ni tenía que ver con una derecha europea bien alimentada. La derecha que estaba ante mí era primitiva y traía un hambre voraz... De ahí trae su causa la quiebra de este país.
No terminaré esta remembranza sobre tomas y reconquista de castillos y palacios, de victorias y derrotas, sin aludir a la que ha parecido caballerosa entrega de las llaves del Palau de A. Fabra a Ximo Puig. El fair play se ha dado por las dos partes. Alberto Fabra, el Fabra bueno, a causa de las mesnadas que le tocó capitanear ─trufadas de jefecillos dedicados durante años a la rapiña, el saqueo y la violación de leyes y personas─, acaso no merezca el trato caballeroso que Justino de Nassau y sus soldados valientes y honorables recibieron de Ambrosio de Spínola ─que Velázquez inmortalizó en la Rendición de Breda─, pero tampoco creo que se haya ganado la afrenta de que una Aixa al-Horra le diga, como a su hijo Boabdil, «llora, llora como mujer... lo que no supiste defender como hombre». La imagen del ya ex Presidente, terminado el acto protocolario, abandonando el Palau, tomando unas de las calles anexas y desprendiéndose de la chaqueta como si se quitase la coraza metálica de la batalla perdida, no dejaba de ser conmovedora... !Vae victis! La derrota es amarga, pero el nuevo Presidente, Ximo Puig, sabe, debe saber, que toda victoria es la antesala de un nuevo fracaso. Y más si la victoria ha sido pírrica y en el Estado Mayor del Mando la competencia es suplantada por el activismo juvenil.