La ex alcaldesa de la Vall d’Uixò ha sido elevada al liderazgo
del PP valenciano por la Central de Madrid, que ha valorado el carácter
aguerrido e intrépido y la claridad de ideas en la más pura línea thacheriana
de la señora Bonig. «Debemos
hacer una revolución muy ambiciosa que no destruya, sino que construya y para
eso hacen falta los valores y principios que tenemos en el PP», así arengaba
recientemente a sus compañeros la nueva lideresa. Revolución ambiciosa que no
destruye... Inefable discurso.
Vayamos a los valores y principios de esta señora. En
democracia hay un valor clave que es el respeto a las leyes, el principio de
legalidad. Frente al Derecho del Antiguo Régimen, conjunto de derechos
subjetivos (‘cosmos de privilegios’, en expresión de Max Weber), cuya fuente de
poder radicaba en el Soberano, el Derecho Público moderno, en el marco de la
Revolución Francesa, nace como reacción a las maneras o técnicas del
absolutismo. La Ley es la forma legítima de expresión de la voluntad general.
La Ley funda y asegura la ‘libertad del ciudadano’, la libertad que corta las
cadenas de su condición de súbdito pasivo. De modo que la voluntad de la Ley es
la voluntad del pueblo formado por ciudadanos. El imperio la Ley de es el
imperio de la voluntad general.
Por otra parte, la Ley es la forma contractual del pacto
social. En el contexto del contractualismo contemporáneo la Ley es la bóveda
maestra que sostiene toda la arquitectura democrática. Burlar la Ley, hacer uso
fraudulento de ella, incumplirla al fin, es socavar, quebrar, romper, corromper
el edificio de la convivencia pacífica.
Un repaso a los años de I. Bonig como alcaldesa de la Vall d’Uixò
nos ofrece perspectiva suficiente para hacernos idea de cómo la flamante
lideresa del PP valenciano se
relacionaba con la Ley en el campo acotado de la gestión del personal. Los
contenciosos por causa de la Selección y Administración del Personal fueron
continuos: presencia en las Comisiones de Selección de personas inhábiles,
denuncias por acoso laboral, etc. Cierto que no todos los litigios los perdió
el Ayuntamiento, unos los ganó, otros los perdió y algunos yacen
litispendientes en el TSJ para zozobra de las personas interesadas... En
resumen, una gestión desastrosa, sectaria, revanchista, guiada por una fobia a
los Sindicatos (en especial a los de clase) que la señora Thatcher aplaudiría desde su tumba.
Pero, al margen de contenciosos ganados y perdidos, de
inquinas sectarias y vendettas partidistas, existe un hecho incontrovertible:
la señora Bonig se empeñó –todo un carácter– en situar como Presidente de todos
los Tribunales de Selección a su Jefe de
Personal, un funcionario interino.
El artículo 60.2 de la Ley 7/2007 del Estatuto Básico del
Empleado Público reza así: «El
personal de elección o de designación política, los funcionarios interinos y el
personal eventual no podrán formar parte de los órganos de selección». No estamos ante un
concepto jurídico indeterminado (que el examinador sea ‘capaz’, ‘responsable’ o
‘competente’..., son realidades no bien
delimitadas). Estamos ante un concepto jurídico delimitado y preciso: se es
interino o no se es. Y un funcionario interino no puede formar parte de un
Tribunal de Selección. Esto lo puede entender muy bien una Licenciada en
Derecho como la señora Bonig.
Esta señora se empeñó, convocatoria tras convocatoria, en colocar a su interino de confianza como
Presidente de todos los Tribunales, produciendo estragos en la política de
Personal, con daños colaterales de tipo moral y económico a los interesados que
participaron con éxito o sin él en los concursos-oposición.
La noticia
del encumbramiento de la señora Bonig al liderazgo del PP me ha traído a la
memoria sus antecedentes como alcaldesa, los cuales hacen que me pregunte, y
pregunte al público en general: ¿puede una política que de tal guisa despreció
la Ley encarnar la regeneración de un partido sumido en el abismo de la
corrupción? Porque aquí no estamos ante una Antígona que se rebela contra
Creonte, invocando ‘leyes divinas’, incontaminadas y preexistentes a las leyes
positivas, para dar honrosa sepultura a su hermano Polinice. Aquí nos
encontramos ante una heredera a beneficio de inventario de ‘los valores y principios del PP’. Una heroína que amenaza con hacer una
oposición a muerte al actual gobierno de la Generalitat Valenciana. Una
thatcheriana, salvadas las distancias con la inglesa, claro, que predica a los suyos una revolución que no
destruya, que construya. Menuda revolucionaria.
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