Uno de los problemas de los partidos
políticos de izquierdas ─desafección
ciudadana al margen─ consiste en la
dificultad de hacer llegar a la sociedad lo que pretenden hacer (programa), lo
que hacen, bien en el gobierno o bien en la oposición, y las circunstancias que
determinaron los objetivos y limitaron los resultados obtenidos, generalmente frustrantes.
En los mass media privados, que son
empresas, la presencia de la derecha es hegemónica en última instancia, como
parece obvio, en tanto que la izquierda se lamenta y se flagela contemplando
impotente cómo se cumple la paradoja moderna de que cuanta más información hay
circulando y disponible, más desinformación y más embotamiento se
detecta en los ciudadanos. Debemos abrirnos a la sociedad, debemos esforzarnos
más en transmitir nuestro mensaje…, expresiones de este tenor las he venido
oyendo y leyendo de boca y letra de dirigentes, cuadros medios y bajos y
militancia en general del PSOE hasta la saciedad. Pero ésta sigue siendo una
cuestión que espera ser resuelta, como espera Sísifo éxito en su empeño de
subir la piedra a la cima de la montaña. Es cuestión de paciencia ─la cultura
se adquiere a fuego lento─, de que poco a poco los españoles nos vayamos
recuperando de siglos de analfabetismo e incuria mental, del dogmatismo
católico asfixiante de toda iniciativa científica o creativa, de la
deseducación cívica…
El partido socialista acaba de
celebrar una Conferencia Política en la que ha renovado su ideario
socialdemócrata y actualizado su programa político, tras una larga temporada de
reflexión sobre las causa del desastre electoral de 2011 y sobre las demandas
de una sociedad deprimida y enfurecida contra los causantes del desastre, los
bancos, los corruptos, en definitiva, los políticos.
Sin embargo, ante la amenazante
entrada en vigor de una ley como la
LOMCE ─segregadora, contraria a la escuela pública,
displicente con el profesorado, mercantilizadota, instructivista,
adoctrinadora, indiferente a la formación cívico-política─ resulta muy
conveniente leer y reflexionar las propuestas que el principal partido de la oposición ha hecho
públicas. Es buena ocasión ésta para negar el eslogan de que “el PP y el PSOE
la misma m. es”. Lo que propone el partido socialista en materia educativa nada
tiene que ver con el ideario y los objetivos de la LOMCE. Más bien los postulados
y propósitos aprobados en la Conferencia
Política socialista suponen una enmienda a la totalidad de la Ley educativa de los populares.
El concepto de educación y de la
calidad de un sistema educativo, la escuela pública frente a la escuela privada
concertada, la ampliación de la escolaridad desde el primer ciclo de la
educación infantil, la afirmación de la educación laica, la formación inicial
de los profesores (el MIR docente) , la evaluación al servicio de la
clasificación y de la competitividad, la dirección y gobierno de los centros,
etc. son temas cruciales sobre los que la Conferencia se
pronuncia claramente (piénsese en la enunciada denuncia de los Acuerdos con la
Santa Sede de 1979 a propósito de la
laicidad) y de los que nos ocuparemos monográficamente en comentarios
posteriores.
No se puede negar que entre el PP
(partido en el que está toda la derecha, desde la más o menos centrada hasta la
extrema) y el PSOE (desde el centro a la izquierda relativamente radical)
existe una zona de solapamiento, pero de ahí a concluir reductoramente que ambos
partidos, como todos políticos, son iguales es una falsedad que favorece a los
intereses de los poderosos y que, por ende, al PP no sólo no le molesta, sino
que está muy a favor de su propagación. Si la mayoría de los trabajadores,
empobrecida y decepcionada con “los suyos”, se retira de la política por ser
una mala política, la minoría voraz y envalentonada todavía hará una política
peor. Es la misma advertencia que el gran Antonio Machado hacía a los jóvenes
en su Juan de Mairena.
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