Desde hace algún tiempo un grupo de personas,
unidas por los vínculos de las comunes ideas socialistas y la amistad en el
mejor sentido epicúreo, nos venimos reuniendo con periodicidad irregular en una
especie de cena-tertulia, ‘Tertulians de la mar’ la llamamos por el lugar donde
se produce el cenáculo. Para cada sesión se elige un tema de interés y se
invita en ocasiones a un ponente ajeno al colectivo para que introduzca la
cuestión. A partir de esta introducción se dialoga asintiendo a las tesis o proposiciones expuestas, oponiéndose,
matizando, presentando dudas o alternativas, siempre en un clima amistoso
alejado de la conflictividad de la vida orgánica partidaria. En la tertulia del
día 2 de julio tocó referirse al problema de “los socialistas ante la
corrupción y la justicia”.
Aparece la corrupción en este momento de España
como una nube plomiza, tóxica, ominosa, omnipresente, que nos angustia y nos nubla cualquier
perspectiva de futuro, especialmente a los socialistas que nos aplicamos la
sentencia corruptio optimi pésima, no
porque nos creamos superiores a los demás ciudadanos, sino porque en la esencia
del socialismo democrático está (debe estar) la honradez y la decencia. Razón por
la que los electores no pueden perdonarnos cuando nuestras conductas
contradicen los principios que nos definen.
No caben excusas. Los más de 1660 casos de
corrupción abiertos en 798 juzgados afectan a todas las formaciones políticas,
en mayor proporción al PP y al PSOE y se extienden por todas las Autonomías,
desde Cataluña a Andalucía, pasando con detenimiento por la Comunidad Valenciana y
acabando en Madrid. Se intenta matizar, separar unos casos de otros, no es lo
mismo gestionar contratos irregularmente sin beneficiarse económicamente de
forma personal que participar en una trama empresarial montada para expoliar
fondos públicos; no es lo mismo hacer alguna gestión para desatascar un trámite
en la máquina burocrática por razón de amistad o relación política que
convertir toda una provincia en cortijo particular, incluido el aeropuerto… Como
dijo uno de los contertulios, hay una corrupción de la miseria (refiriéndose al
caso de los ERES) y está la alta corrupción de cuello blanco…
Y, sin embargo, no caben distingos en la percepción
que el ciudadano tiene de la realidad: PP y PSOE son la misma cosa, iguales son
ante la corrupción, todos roban, cada cual lo que puede. En este punto se
impone ante los tertulianos la cuestión clásica: ¿Qué hacer? Y brotan las
respuestas. Voluntariosas, radicales, idealistas…:
A partir de este momento, tolerancia cero con la
corrupción. Nadie discrepa. Pero cómo se instrumenta este principio radical?, ¿quién
da la orden?, ¿quién la hace cumplir?, ¿la vieja guardia?, pregunta alguien.
Renovación total, desde la cúpula hasta la última de las agrupaciones locales,
propone otro. ¿Dónde están esos jóvenes enérgicos, competentes, limpios,
capaces de hacerse cargo de negocio tan complejo como es el de la política y la
dirección de un partido que ha gobernado todo un país? En el mundo político ─y
en la vida en general─ no sirven las fórmulas sincréticas y reduccionistas,
replica otro contertulio.
Que sea la sociedad civil la que se mueva y actúe
de catalizador, se dice desde otra esquina. ¿La sociedad civil? Pero eso no es más que un constructo de la clase
burguesa para ir contra el Estado, añade otro compañero que no ha olvidado el
concepto de estado ampliado de Louis
Althusser. Avanza la noche. Algo hay que hacer.
Muchas cosas que hemos hecho los socialistas no son
compatibles con la conducta que los ciudadanos esperan de nosotros y que son
inherentes a nuestra ideología. Habrá que empezar reconociendo, confesando
errores. Habrá que comprometerse con una ética sin fisuras. Habrá que ser
implacable con los incumplidores deshonestos. La selección de los funcionarios
deberá ser protegida del sistema de
expolio que aplica cada partido cuando gana las elecciones. A los órganos de
control se les garantizará la independencia…, pequeñas medidas de micropolítica
que recorran a toda la organización y la convierta en transparente para el
resto de los ciudadanos.
¿Y de la Justicia ? ¿Qué podemos esperar de los jueces?
Opiniones dispares. Acaso en estos momentos, dada la situación socioeconómica
de los españoles y la relativa proletarización de la judicatura, se pueda
esperar más que en ningún otro tiempo. Ejemplos haylos ahora de actuaciones
ejemplares, expone uno. ¿De ejemplaridad hablamos? La ejemplaridad en un
sistema corrupto como es el capitalismo no demuestra que se pueda en general
ser honesto, sino que sólo algunos individuos particulares logran manifestarse
como ejemplares para reforzamiento del propio sistema, objeta otro compañero. Y añade: el derecho,
más allá de la técnica jurídica, en la cima, en última instancia (y nunca mejor
dicho) es y se confunde con la política, es política en estado puro. Aquí, en
nuestra ciudad, a partir del 2 de octubre se va a juzgar al señor Carlos Fabra. Según información de
prensa los tres magistrados de la
Sección 1ª ya fueron corregidos por el Supremo sobre el delito
de cohecho. ¿No están contaminados? ¿Alguien se cree que la abstención del
presidente de la Audiencia
los ha limpiado de la contaminación? Vivir para ver.
Este blog promete
ResponderEliminarGracias por todo al primer comentarista
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